Puro veneno en la Copa

El estreno del Real Zaragoza en el torneo ante el Atzeneta lleva conectada una bomba de relojería cuya única clave de desactivación será una victoria y de las buenas

El aplazamiento de este estreno en la Copa frente al Atzeneta de Tercera Federación como consecuencia del viento se ha convertido en una trampa muy peligrosa para el Real Zaragoza, que llega a la eliminatoria con mucha peor cara que cuando debía haberse disputado el partido, el pasado día 2. La crisis ya se había instalado tras el empate de última hora en Burgos, pero la igualada en casa sin goles contra el Oviedo y la derrota en Elche han activado todas las alarmas, la más sonora la continuidad de Fran Escribá en el banquillo después una trayectoria de diez jornadas con un solo triunfo en el libro de cuentas. Mañana, en el campo de césped artificial de El Clariano de Ontinyent (20.00, Aragón TV), el conjunto aragonés no tiene nada que ganar y mucho que perder, sobre todo a su entrenador, incluso aunque se supere la eliminatoria. No hay premio en esta cita que la carga el diablo, una bomba de relojería cuya única clave de desactivación será una victoria y de las buenas. Seguir adelante con apuros aumentaría la onda expansiva, y hacerlo con holgura y poco fútbol tampoco tendría efecto balsámico alguno. Un batacazo como el del año anterior con el Diocesano haría, seguramente, que al bajarse del autobús de vuelta, Escribá lo hiciera con el finiquito de su contrato.

El entrenador tiene un voto de confianza hasta el encuentro frente al Huesca en La Romareda, el sábado. Hasta esa fecha, se da por supuesto que el protocolo de relevo en el banquillo permanecerá neutralizado. El técnico valenciano, con Sanllehí y Cordero a su lado que no con él, vive así un incómodo primer examen de atención en la Copa, donde se le exigirá que además de apear al Atzeneta dote a su equipo de un perfil rotundo, sin medias tintas en un tipo de compromiso que, por lo general, se atraganta por la efusividad del rival de mucha inferior categoría que recibe a un histórico de la competición, un terreno de juego duro y un ambiente entre hostil y festivo para la afición local. Si se suma el actual estado de ánimo blando de la plantilla y los cambios que habrá en la alineación, será complicado que el Real Zaragoza se dé un festín en este choque que es puro veneno, una piedra en el camino ya de por sí muy castigado por los continuos desprendimientos en la Liga. No se contempla la hecatombe, pero sí un pulso que de no ser desigual trasladará al sábado toda la tensión.

A esta estación fantasma de paso, el Real Zaragoza llega pálido. En realidad, la directiva estará muy atenta a que Escribá sea capaz de darle color a sus jugadores, que su mensaje cale en un grupo sin brújula que él mismo se ha encargado de confundir. Para los que aparezcan en el once y quienes vayan participando no hay gloria alguna. En esa tesitura, el entrenador, que ha perdido mucho crédito sobre todo en su capacidad de motivador, es quien más se juega. Si no es capaz de transmitir al menos la responsabilidad que supone disputar la Copa para el club aragonés aun en sus horas más bajas, el director general y el deportivo sacarán la baraja de sustitutos y la agenda de números de teléfono de sus agentes antes de la visita del Huesca. Los partidos contra el Atzeneta y los oscenses están estrechamente vinculados. Y desprenden la toxicidad de un equipo que aspiraba al ascenso y que desprecia más que nunca la Copa porque nada menos que el Huesca puede destrozarle el proyecto. Con Cordero por primera vez en la parrilla de las críticas.

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