El Real Zaragoza recibe al Albacete para reencontrarse con la victoria desde la mejora defensiva dentro del marco de su irregularidad y la de su rival
Érase una vez que al Real Zaragoza nadie o muy pocos le tosían en La Romareda. Pero desde que cayó la noche eterna y se transformó en rana en el eterno charco de Segunda, perdió el aura de favorito fuera el visitante de cierto tronío o de clase modesta. Este sábado recibe al Albacete (16.15) en ese estado de permanente angustia como local, sin ningún tipo de certeza sobre cuál será su comportamiento, en crisis de resultados y con todo el mundo alerta porque su sistema defensivo lo vulnera un dron de marca blanca. No ofrece garantía alguna. Puede ganar, empatar o perder, es un triple fijo. Necesita los tres puntos para suturar una herida que pide una docena porque empieza a perder contacto con los seis primeros, aunque este, todavía, sea un mal menor, pero sobre todo por la astenia de personalidad que sufre, algo mucho más preocupante de cara al futuro. Demasiado pendiente del mercado de invierno, con un entrenador que monta cortometrajes para empoderar el trabajo que se le critica con razón y un vestuario sin una hoja de ruta coherente, el conjunto aragonés tirará en principio la moneda al aire para que salga cara, para que sus delanteros o sus musas ofensivas resuelven lo que no sabe hacer como equipo.
La lógica recomienda poblar el centro del campo al máximo y prescindir de unos extremos cada vez menos influyentes. Al menos por el momento. Prescindir de Liso parece un sacrilegio; dejar a Aketxe en el banco, un profanación. Mantener a Tasende de lateral izquierdo con una zaga de cuatro, una insensatez. Sin embargo, el Real Zaragoza precisa de medidas drásticas para transformase en una máquina eficiente durante todo el encuentro y jugando a lo que salga no lo es, y sus adversarios lo han detectado. Descuidada la medular sin ninguna pieza posicional, llega tarde y mal a todos los duelos y la defensa cae como castillo de naipes. Le queda la carta de que su contrincante se achique o se limite a dejar pasar el tiempo, que no es el caso del Albacete, un equipo con semejantes carencias y virtudes –marca mucho y tiene la portería más castigada– que, como todos, tiene un croquis muy claro. Si el Real Zaragoza se entrega a Azón y Bazdar (Soberón sigue la sala de curas), el conjunto de Alberto González envía a primera línea de fuego a Higinio, Quiles y Fidel, que acumulan 15 goles. Ambos son una bicoca atrás, bastante más los manchegos. Será un partido muy marcado por la capacidad y la energía de sus respectivos servicios secretos, concentrados en la rentabilidad de los pivotes y el sacrificio colectivo.
Keidi Bare no está bien aún ni es un futbolista de mando. Sus virtudes son otras. Los mismo ocurre con Francho en labores de liderazgo, un jugador más aprovechable como punta de flecha en la presión. En ese escenario, Aguado se hace imprescindible pese que esté muy lejos de su mejor versión. Se desconoce por completo si Víctor Fernández cambiará algo porque el técnico navega también en el mismo mar de dudas. Tiene compromisos personales con Ares, Aketxe, Marí… Ya insostenibles pero vigentes en el caso de los dos primeros. Condenado por la palabra dada, el entrenador tiene una ardua labor que hasta ahora ha consistido en intentar contentar a todos, lo que en este mundo significa hacerlo con ninguno. Poussin, Luna, Calero (en la izquierda), Aguado, Bare, Francho, Moya, Bazdar y Azón (Jair, el mejor central ahora mismo en la plantilla, tampoco vendría mal) deberían ser fijos en un once que posiblemente se traduzca al final en la alineación de casi siempre, es decir en salgan y ganen por la historia. El Albacete se ha impuesto a Granada y Elche y no han podido con él Sporting, Racing ni Oviedo. El Deportivo le apalizó en casa (2-5) y el Eldense le venció (2-0). El Real Zaragoza ha perdido en La Romarada con Almería, Racing y Castellón y no ha podido con un Málaga con diez durante casi una hora, para superar ante su afición a Elche, Levante y Granada. Este es un partido sin paternidad. Un sindiós de tardeo peligroso para el cuadro de Víctor si decide tirar de gatillo y se le encasquilla.
Aunque no esté relacionado con el artículo, tengo una pregunta: ¿Qué pasa con Azón? No sé si es bueno o malo, pero, finalmente, empieza a marcar goles con cierta regularidad. Supongo que la propiedad o quien sea ha decidido que hay que regalarlo para traer cualquier basura de cualquier agente coleguita o, si no, funcionarán las famosas «sinergias» que ya han desaparecido del vocabulario oficial.
Así, que la gente no espere nada.
Eso sí, los malos los que dan una opinión (yo también leo u oigo opiniones que no me cuadran y no me irrito; sobre todo con el fútbol, que es un entretenimiento y no da de comer salvo a unos pocos).