Vada y Francho, dos piezas en una para Carcedo

En la pretemporada, Valentín Vada se ha ganado la simpatías de Juan Carlos Carcedo. Tiene mucho que ver la mejorada versión del argentino en esta fase con respecto a su rendimiento en su primera temporada en el Real Zaragoza, irregular pese a su excelente ratio goleador que le permitió ser el máximo realizador del equipo junto a Azón, y la sociedad que el técnico ha formado en la sala de máquinas con Manu Molina y Jaume Grau, centrocampistas que le aportan físico y criterio por partes iguales. Francho Serrano ha perdido un poco de pujanza donde era imprescindible para Juan Ignacio Martínez, pero el canterano no es una pieza de recambio en esa nueva medular, sino un futbolista que contará con protagonismo en función de los planteamientos que solicite cada partido. Sí es cierto que Vada, en principio, parte con una ligera ventaja sobre el aragonés.

¿Por qué se está produciendo ese relevo que tendrá que confirmarse aún en la competición oficial? Francho emergió en una plantilla muy delicada de salud y cargada de años, en plena crisis del conjunto aragonés, y trajo consigo un despliegue monumental donde faltaban piernas y oxígeno. Desenvuelto, comprometido como ninguno y con un espíritu defensivo de alta gama, se estableció como un futbolista imprescindible en su, todavía, ternura profesional. Le faltaba y le falta elevar sus prestaciones cuando se aproxima al área rival en toma de decisiones finales, un aspecto que va puliendo, y un golpeo más potente y certero desde segunda línea. Aun así, en estos dos cursos anteriores ha sido el gatillo del equipo en una zona donde nadie, ni el propio Vada, le ha discutido un papel principal. Sólo una rotura de fibras de grado I-II en el bíceps femoral de su pierna izquierda le sacó de la titularidad en la recta final de la temporada pasada, ejercicio que el argentino dejó pasar de largo entre lesiones fibrilares, poco aprovechamiento de las oportunidades  y una expulsión en Anduva que le dejó muy marcado.

Francho es ideal para el sistema que plantea Carcedo. Posee una cualidades naturales para ejercer la presión alta y la recuperación, le da sentido al balón y apenas carece de intermitencias en su rendimiento. Sin embargo, a la jefatura cada vez más elevada de Jaume Grau se ha unido otro tipo con galones y notoriedad táctica, Manu Molina, un petición del técnico. Esta pareja de contenido y continente ha resuelto el problema del pasado con una interpretación del juego que combina por igual el músculo y el cerebro, y que se adapta como anillo al dedo a lo que quiere el riojano. Solucionada la gobernanza era cuestión de elegir al tercer hombre. Donde Francho parecía fijo se ha instalado Vada, que además de seguir con su eficacia goleadora ha destapado virtudes que parecían hibernar.

El argentino fue precisamente quien sustituyó la mayoría de las veces al canterano tras su lesión y su posterior estancia en el banquillo. Este verano, con las espaldas bien cubiertas, un aspecto que le penalizaba al tratarse de un futbolista con genética atacante, Vada ha subido el tono con una participación que complementa a Grau y Molina y que le permite expresarse de tres cuartos hacia adelante, justo donde el Real Zaragoza tiene más dificultades para traducir la posesión en situaciones es de peligro. Su irrupción en pases laterales y rechaces para aparecer como un rematador eficiente y se buena lectura en las filtraciones y los movimientos de ruptura de los delanteros y extremos le presentan de salida por delante de un Francho que ocupa otra dimensión en absoluto menor para el grupo, pero que le obligará a competir con su compañero en un pulso que decidirá Carcedo y las exigencias de cada encuentro en este nuevo ecosistema que administrarán Grau y Molina.

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