Zaragoza, un ataúd de hormigón para el Eibar

Los armeros han cosechado seis derrotas y un solo empate en las siete ocasiones que han visitado en Liga al equipo aragonés

El Eibar persigue su regreso a Primera después del fiasco de la temporada pasada, cuando en la última jornada del campeonato y líderando la clasificación perdió con el descendido Alcorcón y se despidió de las dos plazas de ascenso directo con un gol de Gio Zarfino en el tiempo añadido. Al playoff contra el Girona llegó tan herido que los catalanes, pese a perder en casa (0-1), remontaron en Ipurúa con otro tanto terminal de Stuani (0-2) y dejaron a los guipuzcoanos sin tan siquiera poder disputar la final. De nuevo con Gaizka Garitano al frente, los vascos, que ocupan la tercera plaza gracias a su infalibilidad en casa con victorias frente Tenerife (2-1), Ponferradina (1-0), Granada (4-0) y Racing (2-1), no han demostrado aún su potencial en la distancia con un empate en Villareal (2-2) y dos derrotas en Leganés (2-1) y Andorra (2-0).

Este lunes, al igual que la campaña pasada. visitan los azulgranas Zaragoza por octava vez, siempre en Segunda, y los números que arrojan estos enfrentamientos son demoledores para el Eibar, que ha perdido en seis ocasiones y empatado en una. En el primer desplazamiento, campaña 53-54, sumó el único punto que ha podido conseguir en este pulso a domicilio. En las dos siguientes, el Real Zaragoza promocionó a Primera, imponiéndose a los armeros con el mismo marcador (3-0) y subiendo en el segundo intento. Hubo que esperar 47 años para se reencontraran. El conjunto que entrenaba Paco Flores y que acabaría volviendo a la élite en 2003, se impuso con dianas de Galleti y Yordi. En otro intento de recuperar cuanto antes la categoría, en el curso 2008-2009, el Real Zaragoza de Marcelino doblegó a su rival con dos tantos de Ewerthon y uno de Ayala. En el decenio de las sombras, el Eibar tampoco ha sacado nada de provecho de La Romareda. En 2013-2014 ganó gracias a Luis García (1-0) y el pasado mes de diciembre, Francés fulminó a los guipuzcoanos, que cada vez que vienen a Zaragoza salen dentro de un ataúd de hormigón.

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