2021: El año de los milagros y la reventa del diablo

Si Juan Ignacio Martínez tuvieran que firmar la canción del 2021, sería una titulada ‘Colgados bajo el larguero’. En realidad esa melodía le ha acompañado a lo largo de su trayectoria profesional porque le gusta y porque le divierte como las noches a Los Ronaldos. Y el Real Zaragoza, después de negociar sin éxito con varios entrenadores con incidencia enfermiza en el regreso de Víctor Fernández, le compró la letra al alicantino para evitar lo que parecía inevitable, el descenso. El primer milagro llegó por Navidad en la figura de un personaje ajeno al estereotipo de técnicos rococós, mano de hierro o 5G, un tipo temeroso de Dios que bien podría haber dejado los aperos de labranza espiritual para acudir a la llamada de una misión divina. Como se cuida la tierra, JIM comenzó a sembrar la esperanza donde sólo brotaban malas hierbas, un gigante mitológico del fútbol español que se desangraba por la desidia de una directiva cortijera. De la botica trajo una sonrisa y una infusión de optimismo, y del taller, pegamento defensivo para disimular en lo posible la peor delantera oficialmente reconocida en la historia zaragocista.

Sin público en La Romareda, hundido en la clasificación, con tres refuerzos de relleno que le entregó su valedor y amigo Miguel Torrecilla en enero y la herencia de Francés, Francho e Iván Azón que le dejó Iván Martínez, Juan Ignacio Martínez comenzó a recoger victorias donde antes sólo crecían derrotas. «Algunos partidos no sé ni cómo los ganamos», ha repetido en alguna ocasión. Y es cierto, en una nueva demostración de que su gran virtud no ha estado en la pizarra o la pantalla de un ordenador humeante de datos y estadísticas, sino en perforar hasta lo más profundo de lo superficial, que consiste en la explotación normalizada de las virtudes por pocas que sean sin detenerse en los obstáculos deportivos y administrativos que aparecían a diario en su camino. Incluido el mea culpa, un ejercicio de inteligencia que aun tardío dio sus frutos. La recuperación de Zapater, la apuesta final por Azón… Como los caminos del señor son inescrutables, dejó que Cristian Álvarez, el ángel de la guarda, subiera a rematar un córner en el Anxo Carro en el minuto 97. El portero empató cuando se venían encima las siete plagas. Ese día en Lugo se abrió el cielo para un Real Zaragoza que certificaría en las siguientes jornadas su salvación de la mano de un entrenador que ingresó en el santoral desde el mismo infierno.

La nueva temporada le propuso a JIM nuevos retos. Finalizada la primera vuelta y a punto de comenzar la segunda, que el Real Zaragoza esté en una puntuación media de permanencia acariciando durante algunas jornadas el playoff, da continuidad al milagrero. Los intentos de huida de la propiedad en verano y la tardanza en anunciar el fracaso de una operación condenada de antemano le dejaron una plantilla con ocho refuerzos de garrafón, futbolistas la mayor parte sacados de la última hoja de la vieja libreta de Torrecilla. Muda la directiva tras la vergüenza del curso anterior y sin ánimo de arrepentimiento, libro de estilo que lleva grapado a su extrema insensibilidad con el club y con la cultura futbolística de la que carece. En mitad de una guerra civil de accionistas que sólo buscan su propio beneficio y que se jactan de su gestión por una deuda reducida a costa de vender a todos los hijos de Abraham que destacan en la cantera, el Real Zaragoza sobrevive gracias a una cosecha de empates de coraje, victorias mínimas pero lustrosas y derrotas que han destapado su auténtica naturaleza mediana, muy por encima de una propiedad impropia de esta institución por mucho que se escude en el legado de Agapito Iglesias que les costó 1 euro.

Entre la ilusión y el ilusionismo y con un afición incombustible siguiendo los pasos inseguros en La Romareda y otra vez la falta de gol como penitencia y estigma, se presenta el nuevo año con JIM labrando otro milagro por descubrir. Colgados del larguero, seguramente, y con Francés dirigiendo a la tropa aragonesa mientras en los despachos se disputa el deshonroso juego de la reventa del diablo.

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