La pomada del ‘tiki-taki’

Por mucho que se empeñen Juan Ignacio Martínez y Miguel Torrecilla en vender la pomada del máximo optimismo, cada vez les van quedando menos clientes para comprarla. En el Anxo Carro hubo remates sin goles, nada nuevo en el horizonte, pero afloró el peor equipo en defensa, precisamente donde el entrenador pidió a sus futbolistas que se comportaran como animales salvajes. La composición de la retaguardia por parte del entrenador tampoco ayudó lo más mínimo a una reunión de fieros futbolistas. La insistencia en sacar a Francés del eje central para entregárselo a un Lluís López de gelatina y la entrega de la banda izquierda a Nieto fueron decisiones nefastas. El Lugo, para disfrute de Lebedenko y Gerard Valentín, encontró motivos suficientes para sentirse superior pese a que Nano Mesa y Zapater en plancha le habían dado un par de buenos sustos. El delantero, quien después ser cambiado sufrió un ataque de ira maleducada, y el centrocampista contribuyeron a la tradicional fiesta de los errores en ataque a la que se sumaría más tarde Narváez, pero en esta ocasión el Real Zaragoza se dejó maltratar en su área. Sumó un punto tras igualar, con un penalti provocado por Azón y materializado por Borja Sainz, el tanto inicial del Chris Ramos en otro de los clásicos en este conjunto con tan poco hueso competitivo: remar río arriba en el marcador. No estamos para el ‘tiki-taki’, como diría Ronald Koeman.

Francés sufrió en la primera parte y en la segunda demostró que va sobrado para actuar donde le pongan, pero mucho mejor de central, donde Jair, una vez más, fue el guardián en la noche. Lo incomprensible se instaló en la otra orilla no por la alienación de un Nieto completamente superado, sino por el relevo que ejecutó el técnico para tapar esa grieta sangrante: sacó a Gámez por el aragonés y no eligió a Chavarría, lo que sólo puede interpretarse como el que zurdo no estaba en condiciones para jugar. ¿Entonces para que lo llevó al Anxo Carro, de turismo, dicen que con un golpe en el talón? El equipo de Rubén Alves no dejó pasar por alto todas esas incongruencias de JIM para percutir por los costados, adelantarse de cabeza y llevar el encuentro a su jardín de espinas, que por lo general se coronaba en los saltos de Manu Barreiro. El Real Zaragoza sí descorchó la botella de champán con un arranque en el que Iván Azón dejó bien claro el porqué debe estar muy por delante de Álvaro Giménez en el once y Borja Sainz enseñó, en su debut desde el principio, un repertorio bastante más atractivo que el de Bermejo. Sin embargo bebió un par de sorbos y entregó la botella medio llena a un Lugo más hecho que luchará por salvarse. Este matiz, el de la meta del rival, es importante para saber o reconocer qué tipo de vaselina hay que aplicar a la temporada.

Se explicó a medias lo de Chavarría, pero ¿y dejar en el vestuario a Azón para sacar en su posición a un Narváez que, como se comprobó, no estaba ni al 50%? El ariete de la cantera desplegó un catalogo rico de entrega, opciones de juego como referencia móvil y en una pelea agónica con Francho por dar sentido un balón perdido en el área extrajo una pena máxima. El técnico tendría sus razones para inventar y reinventar el equipo, pero en principio no parecen de este mundo. Después de siete jornadas, contra enemigos que en un principio figuran en la lista de esforzados de la ruta, el Real Zaragoza continúa peleando en los bajos fondos, una zona que se califica de anecdótica pero en la que están tres de los cuatro ascendidos. Algo querrá decir. Desde luego nada que ver con un conjunto de pretensiones, cuyos jugadores más destacados son siempre lo mismos y nunca uno de los ocho fichajes realizados en verano salvo Gámez. Jair, Francés, Francho y Zapater como escuderos de un Eguaras que destapó el tarro de las esencias con más intermitencia de lo habitual sujetan los pilares de la misma base que el curso pasado logró la salvación. El derroche de los dos centrocampistas fue brutal, si bien más allá de ellos no hay oxígeno. El centro del campo se acaba en sus pulmones y sus piernas con Vada como única guinda por descubrir.

La directiva hizo un daño irreparable a la confección de la plantilla en sus anuladas intenciones de saltar del barco con los bolsillos llenos y poco a poco esa avaricia se va reflejando en el campo. Que Álvaro lleve 16 jornadas consecutivas sin marcar desde su último gol, Nano Mesa 21 y Narváez haya firmado uno de rebote en 17 partidos indican la otra cara de las estadísticas. No es una cuestión de rachas, ni de la recurrente mala fortuna. Si además la defensa se desordena, al Real Zaragoza le están poniendo la pomada en los ojos.

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