Ángel Aznar, presidente del Real Zaragoza entre 1985 y 1986 y biógrafo de su historia desde el corazón de su zaragocismo, desentraña quiénes han sido los futbolistas que más le han impresionado o gustado a lo largo de su enriquecedoras vivencias. Testigo de las mejores plantillas, capitaneó la que conquistó la Copa al Barcelona con el gol de Rubén Sosa. Si se reencarnara, lo haría como libro de imprescindible lectura para todo aficionado que quiera la verdad. De principio advierte que en la selección ha incluido a quienes cree los mejores sobre la base de su criterio, no de títulos ni fama. Y ofrece y explica un equipo descomunal donde faltan cientos de estrellas, pero en su cielo particular la brillantez es una llama incombustible.
«En el Real Zaragoza siempre ha habido estupendos especialistas, pero no demasiados jugadores completo. Solo he conocido a uno que reunía todo para ser el mejor, Juan Señor. Sin duda el más completo que he visto nunca. Ni era alto ni tenía un físico portentoso, pero goleaba, ofrecia asistencias y, muy importante, defendía como el primero. Capitán con todos los galones, dominaba el campo y el vestuario. Es el futbolista que tendría siempre en mi equipo». Aznar arranca con una declaración de principios, situando a Señor en la cumbre prácticamente en solitario. Acompañándolo, eso sí, de una legión de cónsules de la exquisitez. Esta es su lista de honorables.
Carlos Lapetra, cómo no, «tenía una calidad excepcional, una zurda y un toque prodigiosos por una banda izquierda que abandonaba para buscar balones en el centro, en posiciones más retrasadas y lanzar a sus compañeros». Viene a su lado Saturnino Arrúa, un mediapunta de poco trabajo defensivo pero de una calidad suprema. Jugaba como un verso libre, un 10 de los de antes, un crack mundial como sería hoy Messi, con un carácter muy especial que conectó con la grada con el balón en los pies y con su forma de celebrar los goles cuando era posible fusionarse en un abrazo con la afición». Si tiene que elegir un delantero, «a Marcelino«, sin olvidarse del Lobo Diarte, «todo plasticidad. Conducía el balón con elegancia a una gran velocidad y cuando encarabase iba casi siempre». Del goleador gallego dice que era «puro remate. No era hábil para irse de los defensas, pero lo compensaba con saltos de cabeza preciosos y un gran sentido de la anticipación para el remate»
«Un todoterreno, prudente, fiel a su club». Habla Aznar de José Luis Violeta. «Lo mismo jugaba de defensa que de centrocampista, y lo hacía a un nivel muy alto. Era prudente, muy prudente». De Gustavo Poyet le atraía «su forma de vivir el partido, con una intensidad contagiosa y una gran capacidad para marcar goles llegando por sorpresa«. «Belsué ha sido el mejor lateral derecho aragonés de la historia. y eso que Torres era fantástico. Recuerdo que en Torrero los espectadores le tiraban sus sombreros como signo de admiración. La mejor virtud de Belsué fue adaptarse al lateral derecho después de haber actuado de central y, sobre todo, lo bien que tomaba decisiones cuando se incorporaba arriba». Le llega el turno a Santi Aragón, quien merece un capítulo aparte. «Después de Señor, el más completo. Su calidad era extraordinaria para controlar los tiempos de los partidos, y sus desplazamientos, un lujo. Hacia jugar a todos y tenía una buena relación con el gol, con goles importantes además».
El liderazgo de un líder como Gabi Milito. «O Xavi Aguado también en una línea parecida de sobriedad y firmeza. Milito era un central con jerarquía, olfato para anticiparse y la dureza necesaria para ese puesto. Sus desplazamientos en diagonal, su criterio para intervenir… Un defensa con mucha categoría». «Cani era un superclase. Magnífico desde que tenía 7 años. Técnicamente. exquisito». Aznar le dedica elogios a Rubén Garcia, aunque cree que podría haber alcanzado cotas más altas «como la internacionalidad».
En el Municipal, la portería nunca fue un lugar sencillo para sus inquilinos. «Para mí, Cristian Álvarez ha sido el más determinante, pero hay que situarlo en un contexto de Segunda división«. Se queda con Cedrún «por su seguridad. Era muy regular, apenas cometía errores y con su altura controlaba el juego aéreo con un agudo sentido para intuir y parar los disparos por abajo». Habla muy bien de Milosevic y de Reija... No quita ni pone a nadie más en su alienación y subraya como epílogo. «Como Juan Señor, ninguno». Todo es discutible, pero si viene de Ángel Aznar lleva el sello de la verdad como garantía de toda una vida de zaragocismo.
Alguien sabe decirme por qué Señor nunca más contó para el Zaragoza? Por qué jamás fue entrenador ni contó para el cuerpo técnico?