Borrasca en El Toralín

Escuchas a Juan Ignacio Martínez y da la sensación de que el Real Zaragoza ha ido a Ponferrada de visita turística (20.30). Es el mismo entrenador con la misma herramienta dialéctica de la temporada pasada cuando le fue tan útil para salvar del descenso a un equipo desquiciado. Dio carta de normalidad a todo para reflotar a un grupo hundido. Gracias a ese talante y la aplicación de las reglas básicas del fútbol sin gol, buena defensa y orden, la psicología de JIM se elevó a asignatura universitaria. Poco más de un año después, la borrasca ha vuelto con un colchón de seis puntos más que entonces, pero la dirección de los acontecimientos ha cambiado y la afabilidad del entrenador se ha visto superada por un marco social y deportivo tan peligroso o más que aquel. Además de seguir sin puntería, el sistema defensivo ha empeorado sin que el técnico haya conseguido todavía una alineación reconocible, a lo que se suma un repentino cambio de sistema para jugar con cinco defensas, algo inédito y que descubre que el técnico que nunca dudaba desconfía ahora de sus propios principios.

Entonces había que remar río arriba en aguas bravas. Este temporada se han cometido dos graves errores, dar por hecho que se podría luchar por el ascenso y gestionar con cierta soberbia esa posibilidad cuando el Real Zaragoza ganó tres partidos seguidos y la promoción se le puso a tiro. Perdido el paso con tres derrotas consecutivas, se repite el escenario con una erosión colectiva muy peligrosa. Si esta tarde no derrota a la Ponferradina en El Toralín volverá a aquel punto de partida aunque sin paracaídas, esta vez llamando a las puertas del infierno en lugar de huyendo de él. La esperanza de que haya cuatro clubes peores en caso de urgencia podría dar la puntilla a un Real Zaragoza fracturado institucionalmente, con la afición en pie de guerra contra una propiedad sin crédito alguno y el desgaste de nueve temporadas en Segunda que serán diez. La operación Clemente, tramitada sin explicaciones, de malas formas y en la peor atmósfera posible, ha extendido el incendio hasta tal punto que sólo quedan las victorias como antídoto para calmar en parte el crispamiento y evitar un escenario alarmante.

Este partido no es una final sino algo mucho más importante. Los tres puntos tienen un valor cuantitativo incuestionable y, a su vez, actuarían de muro de contención anímico. El Real Zaragoza tiene que llevarse el triunfo ante un rival sin Naran0, Copete ni Espiau por sanción. No perder le serviría para coger un poco de oxígeno. Perder por cuarta jornada consecutiva agigantaría la hemorragia. La cuestión es cómo puede sorprender a la Ponferradina, un rival con serias aspiraciones de ascenso directo que en su campo se ha mostrado casi intratable. Sin Nano Mesa, Francés, el sancionado Vada, Igbekeme, ni Azón. Con cinco chicos del filial en la citación. Un regreso al 1-4-1-4-1 porque no hay centrales por baja y por cesión para seguir con la nueva defensa… Con dos jugadores del calado de Cristian y Narváez a media luz y un centro del campo donde por fin Borja Sainz regresará a la titularidad en la única buena noticia de esta semana. Al Real Zaragoza de JIM sólo le sirve la dialéctica del triunfo esté enfrente Yuri o Lewandowski. Si no hará turismo, pero por las mazmorras de la clasificación.

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