Burgos, el partido de Juan Ignacio Martínez

El resultado de El Plantío (19.00) es importante para el futuro del Real Zaragoza, que de no ganar daría un nuevo paso atrás muy peligroso. Hace jornadas que el empate cotiza a la baja en bolsa para el equipo aragonés, pero frente al Burgos su valor es casi igual a cero después de un rosario de nueve encuentros igualados de forma consecutiva, marcadores frustrantes porque han dado portazo a las victorias. Sin triunfos, el precio ha sido ingresar en la zona de descenso pese a que tan sólo ha perdido en dos ocasiones al igual que el Las Palmas, en playoff, y el Real Oviedo, muy cerca de los mejores. Con ese paso hacia delante y dos hacia atrás, sobre todo los dados frente al Girona y el Mirandés por no retener los tres puntos en los últimos minutos, el conjunto de Juan Ignacio Martínez se ha metido en un lío considerable que le obliga a ganar en esta misma cita por necesidades económicas y de la propia salud: todo lo que no sea regresar a la capital aragonesa con el botín completo agigantaría una crisis que amenaza en primer término la continuidad del técnico alicantino.

JIM ha sobrevivido con unos números que se traducen, por lo general, en destitución fulminante. Lo ha hecho por dos razones. En primer lugar porque consiguió lo imposible cuando otros compañeros de profesión, dada la delicada situación del equipo en la jornada 18, penúltimo y a cuatro puntos de la salvación, rechazaron una oferta envenenada. Y en segundo porque además de ganarse el respeto por la permanencia, se hizo querer en lo personal por su cercanía, sencillez y un carácter de incombustible optimismo. Posiblemente haya sido, en mucho tiempo, el entrenador si no más venerado sí el que más ha calado por su humanidad. La directiva no contempla su salida todavía porque le viene de perlas alguien conciliador y, esto ha jugado en contra de JIM, tan dócil frente a la decepcionante línea editorial de los dueños. Sin embargo, lo que ocurra en Burgos y contra el Gijón el domingo en La Romareda dictaminará si se queda o sale, aunque con la nueva idiosincrasia del club desde que la Fundación lo desgobierna, no sería de extrañar cualquier otro desenlance.

Por eso este partido es el partido de Juan Ignacio Martínez, donde una victoria no sólo cambiaría la dinámica de resultados del equipo, sino que aparcaría al menos hasta el domingo la crítica al palco y daría una mano de pintura al eterno positivismo del alicantino. ¿Cómo lo hará para derrotar al Burgos? Esa es otra cuestión. Los jugadores a quien él y Torrecila eligieron en trecre ronda de subasta y entregaron el estandarte de la gloria, resulta que no están para campañas en las Galias. Son ejército muy desarropado que al principio del curso disparaba como nadie a los árboles del bosque y que ahora se han perdido por las ramas. JIM se ha extraviado con ellos y con sus constantes intentos de buscar soluciones en las alineaciones o con cambios en marcha que carecen de sentido alguno. Y con un sistema que no tiene futuro alguno, el de ese rombo centrocampista lento y previsible, incapaz de ayudar en casi nada a un frente ofensivo que ha probado sin éxito con todos los delanteros. No es el mismo, o quizás si lo sea y estaba destinado a enfrentarse a una coyuntura de máxima alerta que hoy en día le viene grande porque su idea original en esta ocasión era estar arriba.

Tira el técnico de fe, de voluntad, de vídeos que sus muchachos repasan una y otra vez aprendiendo más bien poco. Se diría que esas jornadas de autoayuda colectiva y cambios de impresiones se producen en una habitación a oscuras e insonorizada. Petrovic, Yanis, Álvaro Giménez, Bermejo, Igbekeme, Nieto, Adrián… ¡Uf! Sin Narváez y Vada, los pichichis. El Burgos no es el coco, pero en El Plantío, donde sólo se ha impuesto el Eibar, se ha hecho fuerte, y en general se ha llevado por delante a ilustres como Valladolid (3-0), Oviedo (1-3) y Huesca (3-1). Además están adiestrados para esta guerra y todas las que propongan. Viene de caer con estrépito en Tenerife (4-0) sin que la haya afectado lo más mínimo porque su meta es defender la categoría con un cuchillo entre los dientes. No se sabe si JIM les hará frente con la Biblia, la pizarra cada vez confusa o con una respuesta de los futbolistas por fin regular, homogénea. Todo es una incógnita en este Real Zaragoza donde su entrenador jugaba antes como el que más y en estos tiempos duda a lo grande.

One comment on “Burgos, el partido de Juan Ignacio Martínez

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    Lo mejor, la foto que ilustra el artículo. No puede ser más explícita con la situación del Zaragoza

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