JIM se aferra al acto de fe

Juan Ignacio Martínez es un hombre y un entrenador creyente dentro y fuera del campo. En La mayoría de sus comparecencias incluye la fe como componente ineludible para perseguir o conseguir los objetivos. Cada vez recurre más a esa credo porque el Real Zaragoza invita a todo menos a creer a ciegas en él. Y según se suceden los empates, nueve ya consecutivos, y sobre toda la incapacidad para ganar, se aferra al acto de fe, a lo que sólo él y su cuerpo técnico ven desde la interiorización del trabajo diario y la respuesta del equipo en cada jornada. «Estoy seguro de que en Burgos vamos a sumar los tres puntos», señala. ¿Por qué? Porque según su citerio, «en la suma de las 13 jornadas hay aspectos mucho más positivos que negativos. Te quedas con el resumen de los últimos cinco minutos de los partidos contra Girona y Mirandés, pero la lectura cambia radicalmente de ganar a empatar».

No cabe la menor duda de que el triunfo es una vitamina poderosa pare el cuerpo y para el alma, pero el conjunto aragonés tan sólo lo ha conseguido en una ocasión, remontando frente al colista. Su ataque, mucho más sin Narváez,  ha perdido todo el potencial de los primeros días, el centro del campo tiene gasolina para 45 minutos como mucho y los errores defensivos, siendo pocos aunque muy graves, son multitud en cuanto el efecto que tienen sobre el resultado. El Real Zaragoza  está en zona de descenso y JIM no está precisamente acertado en muchas de las decisiones que afectan a la elección del once y a los cambios. El cóctel es explosivo, pero lo más preocupante es que el técnico empieza a defender su optimismo con argumentos cada vez menos sólidos.  «No vengo a justificarme. Llevamos un punto por jornada y entiendo todas las críticas, pero desde mi prisma y siendo autocríticos y fríos, en la balanza vemos que hemos hecho cosas muy buenas». En esa báscula personalizada, explica que no sabe si afectará a su futuro lo que ocurra en El Plantío.

Con los números que lleva y en pleno eslalon descendente de rendimiento, cualquier otro colega no seguiría sentado en el banquillo del conjunto aragonés. Su sostén, por ahora, es la permanencia que consiguió el año pasado. «El ser humano, el jugador también, crece mucho a través del estado de ánimo.  Tres puntos nos podrían cambiar todo con respecto a la confianza que se puede ir perdiendo».  Ofensiva y defensivamente, el Real Zaragoza fue una calamidad ante el Mirandés. Lo primero no es algo nuevo y lo segundo asoma en los partidos con una puntualidad letal, para dar ventaja al adversario o para perder la propia por fallos individuales y por desconcertantes decisiones para conservar la victoria. Demasiados desequilibrios. «Me preocupa todo», comenta JIM. «Es muy difícil no perder en esta categoría, pero a través de los empates estamos en una situación clasificatoria que en nada nos satisface y repercute en el rendimiento del equipo. La única forma de revertir todo es ganando».  ¿Cómo? ¿Qué soluciones aplicará? No hay respuestas terrenales.

Juan Ignacio Martínez es una oración en sí mismo. Un rezo. Un petición. Una vela encendida y con poca llama en mitad de la oscuridad. El milagro de la temporada anterior se ha desvanecido y no encuentra soluciones ni en la plantilla ni en la pizarra. Creía tener una plantilla para estar arriba y se encuentro en el sótano de la Liga. «Hay cosas que no se entiende por qué pasan. Fijaros lo que está corriendo en esta jornada, que se empatan partidos en los descuentos. Estamos en una categoría que exige mucha concentración de principio a fin porque ocurren muchas cosas». Como por ejemplo que dejes volar la victoria en la recta final de dos encuentros consecutivos. «Han sido dos partidos continuos en la misma situación con un botín  ganado y la sensación de que  te lo han robado. El lunes estábamos fastidiados. El luto duele , no puede ser de otra manera. Como responsable tengo que estar más fuerte. Hoy ya  estamos al cien por cien, que es de lo que se trata». Eguaras ha desaparecido de la alineación «porque Petrovic lo hizo bien y repitió. Los futbolistas juegan en función de su rendimiento, yo no quito ni pongo a nadie». El ostracismo de Clemente lo explica así: «Es por no cambiar la pareja de centrales, que están bien», Frente al Mirandés echó a Francés al lateral y metió a Lluís López junto a Jair. El baile favoreció al Mirandés. La fe de JIM movía montañas, pero hoy, sentado en la solitaria colina de su entusiasmo artificial,  le tienta el diablo: vendería el alma por una victoria.

 

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