Cristian y lo maravilloso de poder cerrar los ojos

Como era de esperar, Cristian Álvarez está recibiendo lo suyo desde el lunes a la medianoche. Nadie mejor que él, un tipo reflexivo y autocrítico, conoce mejor el rostro del error que cometió contra el Alcorcón, el alcance de los fallos de los profesionales que juegan al fútbol con las manos, una gran ventaja y en ocasiones una cruz de la que es complicado desclavarse. El argentino no es un tipo que necesite abogados del diablo: se presenta a los juicios a cara descubierta, admite que estuvo en el lugar del crimen y que, efectivamente, las huellas encontradas son las suyas. Son tan contundentes las pruebas de que se equivocó que no merece la pena buscar excusas. La dimensión que está alcanzando ese gol en propia meta esta directamente ligado al resultado y, no en menor medida, al protagonista, un personaje que ha obrado todo tipo de milagros en Real Zaragoza y que resulta que es tan humano como cualquiera.

En la balanza de los análisis populares han aparecido la edad y la lesión que le dejó fuera en un par de encuentros, ausencia de la que regresó para una única y desgraciada intervención después de que Ratón diera nota muy alta en su lugar. También que va mal por alto porque en Ponferrada, donde tampoco estuvo afortunado, le clavaron dos tantos similares sin ser gemelos. Y se la descubierto miopía en algún lanzamiento lejano. Lo de los 35 años no merece ni contestación, basta con nombrar a Peter Shilton, Dino Zoff, Gianluigi Buffon, Faryd Mondragón, César Sánchez, El Hadary, Van der Sar, Casillas o José Juán, quien con 41 echó al Real Madrid de la Copa. Al volver de una dolencia de gemelos es cierto que puede recpercutir en el rendimiento. En cuanto a que su dominio del espacio aéreo no es el correcto queda para la libre interpretación y los gustos. Lo que resulta evidente, como el propio arquero reconoció publicamente, es que no se encuentra a su mejor nivel.

La vida del portero se desarrolla en un tobogán en donde viaja en solitario. Los jugadores de campo, salvo los defensas, no suelen estar tan expuestos y se refugian en la espesura del grupo. No meter un gol a portería vacía dispara memes en las redes sociales y se soluciona si al partido siguiente el delantero emboca el balón. Una errata como la de Cristian da para una enciclopedia y doctora en media hora a no pocos licenciados titulados en 15 minutos. La cuestión es que también los ángeles comen judías y que el guardameta argentino comparte ahora ese plato mundano, con las alas recortadas y en la sombra de la ladera del olimpo donde fue subido a hombros por los mismos que hoy casi le jubilan. No es exagerada la crítica, pero quizás algunos argumentos merecerían enfriarse en el congelador de la duda razonable. «Lo peor era tener dudas y lo maravilloso poder cerrar los ojos y decir Dios existe, o Dios no existe, y creerlo», escribió Mario Vargas Llosa en Conversación en La Catedral.

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