El imperio táctico de JIM se tambalea

Juan Ignacio Martínez, al menos en el Real Zaragoza, se ha mostrado como un técnico conservador. Tuvo que hacerlo la temporada pasada con inteligencia y el riesgo de no contar con una plantilla ideal para refugiarse en defensa y evitar una sangría. En el nuevo curso ha dado continuidad a ese plan porque las leyes de la categoría establecen, con razón, que no encajar es el primer y principal paso hacia el éxito. También porque la plantilla acaba de cerrarse y debe de ajustar muchas de las piezas recién llegadas. Una de las grandes razones por las que JIM puso a trabajar a todo el mundo para proteger a Cristian Álvarez fue la falta de gol y una segunda línea sin capacidad para aportar intimidación ofensiva ni asistencias. El 1-4-1-4-1 es su escudo de armas, solo alterado en momentos puntuales y por lo general con el marcador en contra. Eguaras, Francho, Igbekeme (ahora Zapater) con Bermejo y Narvaez cerrando los flancos. Y un solo delantero por norma. La llegada de Nano Mesa, Vada y Borja Sainz, quienes fomentaron la reacción saliendo desde el banquillo, parece que pueden conducir a un nuevo escenario.

JIM lo percibió frente al Alcorcón. Alineó a Petrovic junto a Eguaras y Zapater, una conjunción imposible desde su propia gestación por ser futbolistas de tranco corto y por la incapacidad del serbio para estar, por ahora, siquiera en las citaciones. En el descanso reaccionó con decisión y se alejó por completo de su línea editorial. Nano Mesa y Borja Sainz relevaron a los desafortunados Petrovic y Bermejo, este último sin créditos ya justificar su presencia en el once. El Real Zaragoza se afiló como nunca con tanto tiempo en juego a la espera de un rendimiento incierto pero con la garantía de que el Alcorcón es un equipo vulnerable y tampoco tiene puño de hierro en ataque. El experimento funcionó de cine, con Zapater y Eguaras poniendo cordura y un gol de bandera en la estrategia, y con los recién incorporados activados al cien por cien por zonas exteriores e interiores. Cuatro futbolistas de avanzadilla pese a que Álvaro Giménez volvía a estar ausente, y Narváez más centrado… La puesta en escena de Vada completó un Real Zaragoza irreconocible con respecto a la primera parte y a la filosofía de su entrenador.

Aunque fue en un partido concreto y en unas circunstancias especiales, en esa improvisación se vislumbró que si los fichajes de segunda línea son capaces de mantener un nivel semejante al del domingo, quizás el imperio táctico de Juan Ignacio Martínez comience a tambalearse para bien. El técnico tendrá que decidirse por un sistema que apuesta por el orden posicional sin profundidad, con la trinchera de tres cuartos como punto final de las aventuras ofensivas, o por un hipotética diseño más atrevido. Para Fuenlabrada se le plantean, además un buen número de incógnitas, acentuadas con el regreso de los canteranos sub 21. Francés debería volver al eje defensivo y Francho al centro del campo en un doble pivote o con el clásico rombo. Hasta Azón, aunque no ocurrirá, tendría sus opciones frente a un Giménez completamente improductivo.

Vada, y sobre todo la posición que ocuparía, puede ser la clave de un supuesto cambio. Si actúa en el triángulo mediocampista, poco variaría salvo el nombre de uno de sus componentes. Si es utilizado de mediapunta, el Real Zaragoza sí evolucionaría hacia un formato más agresivo. Borja Sainz apunta a dejar no demasiado tarde a Bermejo en la suplencia. El vizcaíno, aun en su ternura, es más jugador, con registros de mucha mayor competitividad. Lo que será poco menos que imposible es que JIM negocie el único delantero salvo que salten las alarmas como en Santo Domingo. Si Álvaro Giménez no despierta de una vez, Nano Mesa ya ha tirado una puerta… Fuenlabrada asoma así como una cita muy interesante en la que podría amanecer otro Real Zaragoza diferente.

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