El mito de Íñigo Eguaras

Es un futbolista que tiene divida a la afición del Real Zaragoza sin término medio: vive entre el altar y despojado de todo elogio. Quienes le veneran observan a un jugador determinante por su elegante técnica con el balón y por su visión panorámica para el pase. Aquellos que le critican, le acusan de una flema excesiva y de una lentitud en la gestión de la pelota, fácil de desactivar con una mínima presión en la salida. A sus 29 años cumple su quinta temporada en el club y la última la ha comenzado sin despegarse un centímetro de esa bipolaridad futbolística que le caracteriza. Relevado en las dos primeras jornadas entre calambres e intrascendencias, en Valladolid tuvo un par de detalles notables, uno de ellos propiciado por la energía de Francho para buscar la pared con el navarro y el desmarque que finalizó con el centro que Azón estrelló en el poste. Ese toque sutil resultó exquisito, pero el gran mérito correspondió al canterano, capaz de ejecutar tres movimientos de máxima coordinación, inteligencia y calidad en un excelente encuentro general del zaragozano. El domingo, apareció Eguaras en la segunda parte para marcar un gol de estrategia para el que, seguramente, solo está capacitado él: el control, la posterior orientación y la finalización son excelsos.

¿Quién es entonces Íñigo Eguaras? Un mediocentro constructivo que necesita mucha ayuda a su alrededor para ser influyente. Su talento está directamente entroncado con el alto nivel que ofrezcan quienes le acompañen en el doble pivote o en el rombo. En solitario, al no sobrarle personalidad competitiva, sus prestaciones se reducen y su vulnerabilidad crece. También necesita algo que no encuentra siempre en la plantilla: en sus dos mejores temporadas, delanteros de enérgica movilidad y desmarque como Borja Iglesias y Luis Suárez han revalorizado su capacidad para el desplazamiento en largo. Posee talento, pero en una versión incompleta del significado de la palabra. Ha disputado dos playoffs y dos cursos de cruenta lucha por evitar el descenso, escenario este último que le incomoda sobremanera. Es decir, que destaca en la llanura y desaparece en las etapas de alta montaña.

En sus mejores momentos ha ofrecido 6 asistencias (2017-2018 con Natxo González) y 7 asistencias y dos goles (2019-2020 con Víctor Fernández). En en ese debut de cierto relumbrón con el Real Zaragoza, Alberto Zapater fue titular en más ocasiones que el navarro y su gran escudero, con unas cifras como mínimo equiparables: 2 asistencias y 5 goles. El año de la pandemia y del sueño desvanecido del ascenso directo, contó con la inestimable colaboración de un Raúl Guti que con 4 asistencias, 5 goles y un despliegue físico soberano allí donde le pusieran (incluso de lateral) dio el salto a Primera División. Las 3 asistencias y 5 goles de Javi Ros también hicieron su papel.

Los apagones de Eguaras son también considerables. En la campaña 2018-2019, con tres entrenadores en el banquillo y mucho apuros para sellar la permanencia, el centrocampista aportó un gol, muy por debajo de Igbekeme (5 asistencias y 1 gol), Ros (3 asistencias y 3 goles) y Zapater (3 asistencias). El año pasado, el del milagro de JIM, ofreció su peor perfil, con un par de asistencias y la necesidad de recurrir de nuevo a Zapater (4 asistencias) y Francho (2 goles) para inyectar vitalidad a una medular en el que los dos canteranos, el veterano y el recién llegado, resultaron claves para contrarrestar la melancolía de un Íñigo Eguaras impreciso, afectado y desconocido.

No se sabe muy bien si el Real Zaragoza no funciona cuando no lo hace Íñigo Eguaras o si es el futbolista quien depende de qué Real Zaragoza le abrigue. En cualquier caso está claro, por su rendimiento, que estamos frente a una hipérbole de la mitología zaragocista, condicionada por el desenfoque de nueve temporadas en Segunda y por la necesidad angustiosa de buscar ídolos donde apenas los hay. Otra cuestión que demuestran los hechos: el navarro, en sus cotas más altas de productividad y en las más bajas, ha necesitado la transfusión de futbolistas que han trabajado para impulsarle o salvaguardarle. En Santo Domingo dejó un joya en el gol del empate y mandó callar en la celebración a no se sabe quién. Zapater le dio la asistencia y jamás se le ocurriría semejante gesto.

(Fotografía Carlos Gil-Roig)

One comment on “El mito de Íñigo Eguaras

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    Me manifiesto de los contrarios a Eguarás. Pero también era contrario a Santi Aragón y está claro que estaba equivocado. A Eguarás lo veo lento y que da demasiados pases hacia atrás y pocos hacia adelante. Pero, mientras ganemos, estaré encantado de reconocer mi error como lo hago con Aragón

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