Secuencias de un gol perfecto

Las jugadas estrategia tienen un bajo porcentaje de éxito en la mayoría de los equipos. Implican una serie de movimientos prefabricados sobre un escenario imaginario, con ensayos frente a un rival ficticio. La que ejecutó con éxito el Real Zaragoza en San Domingo para empatar el partido no tuvo nada de casual, ni de inspiración personal o picardías aliadas a última hora. El gol de Eguaras nace en el laboratorio con su, sin duda, porcentaje de inspiración individual para resolver los imprevistos que pueden ensuciar el proceso. El final de la alianza entre el centrocampista y Zapater, quien lanza la falta, muestra un guión perfecto de la primera a la última línea.

La acción en la frontal del área, ideal para el lanzamiento directo teniendo en cuenta que el capitán es el especialista del equipo en este de disparos a balón parado, es un ejercicio de distracción en el que colaboran todos los jugadores como figurantes en la escena. Los rematadores aéreos se alejan lo suficiente como para arrastrar a sus marcadores y los fijan lejos de la barrera, creando un espacio abierto entre ambos puntos. En la foto inicial no aparece Eguaras por ninguna parte hasta que Zapater hace una primera indicación. Es entonces cuando el navarro ataca el espacio con decisión. Uno de los defensores se percata y acude, pero demasiado tarde.

A partir de ese instante, Eguaras adquiere todo el protagonismo aunque en una situación ideal para enfrentarse desde muy cerca al portero, Dani Jiménez. La clave de la secuencia definitiva está en la calidad del futbolista para orientarse la pelota lo suficiente para coordinar la carrera y el golpeo sin posibilidad alguna de que nadie le intercepte. La estrategia coral y personal de ese tanto es sencillamente perfecta, pero parte de un principio incuestionable: la interpretan los dos futbolistas más inteligentes de la plantilla.

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