El jardín del Real Zaragoza en La Rosaleda

Juan Ignacio Martínez deslizó ayer en su rueda de prensa que el Real Zaragoza iba a un campo que se le daba bien. Es cierto, al menos por lo que se refiere a las últimas temporadas. En La Rosaleda, el conjunto aragonés ha ganado en sus dos anteriores visitas con objetivos antagónicos de por medio, en el primer caso, además, como frontera competitiva de un final feliz que se le resquebrajó con Víctor Fernández en el banquillo. El estadio del Málaga tiene un significado especial en la historia reciente y vuelve a adquirir una importancia capital en este curso frente a la necesidad de victorias de un equipo que las busca con tanto desenfreno como falta de acierto rematador. Fuera de casa sólo ha sometido al Alcorcón en su solitario triunfo y en su mayor derroche ofensivo, dos goles, para protagonizar también su única remontada.

A la jornada 31 de la temporada 2019-2020, el Real Zaragoza se desplazó a La Rosaleda en la segunda posición de la tabla, es decir en ascenso directo, a cinco puntos del tercero, el Almería. También con una magnífica tarjeta de presentación como visitante que corroboraría al término del campeonato regular con los mejores números de la categoría y de todas sus campañas en Segunda: 34 puntos producto de nueve victorias y siete empates. En su camino todas las señales indicaban el regreso a Primera por la vía rápida y no falló. En el minuto 86, Carlos Nieto peleó como un jabato por un balón dividido, lo ganó con potencia y decisión y asistió a Luis Suárez para sumar otros tres puntos más. De aquella citación a la que ofrecerá hoy JIM sobreviven Cristian, Ratón, Nieto, Eguaras e Igbekeme. En el once de Pellicer jugó el partido completo Adrián González en su última campaña en la Costa del Sol antes de fichar por el Real Zaragoza.

Pero el mundo se detuvo aquel 8 de marzo. La pandemia avanzaba inexorable y el Gobierno español declaró el estado de alarma 6 días después y se detuvieron todas las competiciones, un paréntesis que no volvería abrirse hasta tres meses después. De esa espera, el Real Zaragoza regresó famélico, desconocido, perdedor. Volvió a imponerse fuera de casa a Lugo y Extremadura, pero La Romareda se le atragantó hasta asfixiarle. Goleado y maltratado en un Municipal vacío de público por las restricciones sanitarias le alcanzó para disputar el playoff con el Elche sin poder evitar la tragedia que se le vino encima. Al fondo quedaba La Rosaleda, su último paraíso antes de caer en un infierno del que aún no se ha repuesto.

El año pasado, en la jornada 23, y con Juan Ignacio Martínez en plena faena para resucitar a un equipo que unas semanas antes estaba al fondo del depósito de cadáveres, El Real Zaragoza, con un poco de vida, se desplazó a Málaga. Acaba de sumar tres valiosos puntos en La Romareda contra la Ponferradina pero necesitaba mucho más en su angustiosa lucha por la salvación. De nuevo La Rosaleda se vistió de color de rosa. Con dos goles de Igbekeme y Vigaray, ambos en la primera parte y de cabeza, el equipo blanquillo, que jugó con Ratón en la portería, ofreció a JIM su primera victoria a domicilio. Mañana se presenta una nueva oportunidad para, en otra situación especial por peligrosa, seguir paseando por este jardín.

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