¿JIM y Torrecilla son el enemigo?

Juan Ignacio Martínez asegura que come y se ve con Miguel Torrecilla todos los días para hablar de fútbol, pero que no comentan nada de la posible incorporación de futbolistas. Al margen de lo que el técnico, ungido por una visión privilegiada, contempla de competitivo y estupendo en este Real Zaragoza, semejante afirmación con el mercado de enero abierto supone un mal chiste aun siendo verdad. Charlan, repasan el menú del día y de reforzar la plantilla ni mú. «No hablamos de llegadas de jugadores», comunicó el alicantino. O piensan ambos que la gente es tonta o es absolutamente cierto lo que dice. Resulta difícil saber qué es más insultante. La cuestión es que el dúo sacapuntas, el del gag de la pomada, comparten la información de que no hay un euro para mejorar una plantilla insuficiente en todas sus líneas, deficiente no para mirar arriba, sino incluso para luchar con garantías por la permanencia. Pero ahí siguen ellos, tan amigos y tan cómplices de una propiedad encantada con los servilismos.

El entrenador y el director deportivo, de toda la vida y en cualquier club, aprovechan para pedir futbolistas en esta época aunque sea por puro egoísmo. Lo plantan públicamente y que recoja el mensaje quien deba hacerlo. Pero no. La temporada pasada anunciaron el fichaje del Toro Fernández y se trajeron a Alegría, Sanabria y Peybernes para que al final el peso de la salvación recayera en gran parte en Francés, Francho y Azón. No quisieron incomodar a la directiva que bastante tiene con la autocrítica, las apariciones para explicar el porqué de su gestión y de sus constantes barbaridades. Esta vez, por lo visto, no habrá adquisiciones por la ventana invernal. Como a Gila, uno se imagina a estos humoristas, con 17 goles a favor en 23 partidos, llamando por teléfono para preguntar: «¿A cuanto están las ametralladoras? ¿Y si compramos dos? No tenemos, estamos usando un fusil corriente y lo dispara un tartamudo». El Real Zaragoza está en manos del enemigo. En los todos despachos y en el banquillo.

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