La gran responsabilidad del equipo de JIM

Este Real Zaragoza de vuelo rasante, de jugadores y dirigentes de paso por un equipo que no se reconoce en el espejo de su propia historia, se enfrenta este domingo (18.15) a gran responsabilidad que tiene que ver con la victoria, pero sobre todo con un triunfo simbólico. El resultado es lo de de menos y, sin embargo, lo de más en el primer partido del club sin José Luis Violeta. Juan Ignacio Martínez habló de que sobran los motivos por tratarse de un encuentro en memoria del León de Torrero, y después apuntó que entre los grandes alicientes prevalece el agradecimiento a la afición por su fidelidad y constancia, y también habló de que como trabajadores se deben a una empresa. De ese cóctel que argumentó el entrenador para dar lustre a un partido que como espectáculo carece de valor alguno, lo verdaderamente trascendental es estar a la altura del espíritu del Magnífico. Y ese es el único mensaje que debe transmitir a sus futbolistas para este cita, la estrategia y la táctica concentradas en lo emocional como combustible competitivo.

Contra el Alcorcón puede ocurrir de todo porque este Real Zaragoza oxidado del que se espera que sea desguazado en breve para reconstruir poco a poco el deslumbrante buque que fue, no garantiza nada aunque colisione contra el colista y descendido conjunto madrileño. Se puede dar cualquier marcador que a nadie sorprendería. No obstante, lo que resulta innegociable es que desde el primer hasta el último minuto cada uno de quienes participen, se dejen la vida por respeto a José Luis Violeta y a los miles de seguidores que esperan contemplar al menos un resquicio de aquella grandeza y compromiso que caracterizó al gran capitán cuyo espíritu todo lo impregnará. Una derrota o un empate dejarían un amargor doloroso, pero mucho más desolador resultaría ver sobre el campo la continuidad del desfile de la apatía representado en las dos últimas jornadas ante Burgos y Eibar.

La concentración de intereses pertenece al homenaje de todos los integrantes del club. Ya se habla, como ocurre en estos casos, de poner el nombre del mítico defensa a instalaciones y de otorgarle medallas y otros reconocimientos póstumos. Somos así de originales post mortem y no tanto mientras la persona se pasea por delante nuestro. Desde el minuto de silencio, quienes vistan la camiseta del Real Zaragoza han de llevar grabado a fuego en su carta de navegación que su misión es la de honrar el recuerdo de José Luis Violeta. Si lo hacen con el escudo saliéndose de sus pechos, la victoria caerá por el propio peso de la implicación y la afición, sobre todo quienes no tuvieron la ocasión de verle jugar, habrá sido testigo de una pequeña muestra de por qué Violeta recibió su sobrenombre en la pila bautismal de los leones.

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