La irregular vida de los delanteros que soñó Torrecilla

En la gestión del fútbol además del big data y el olfato como herramientas para interesarse por un jugador existe una tercer ingrediente indomable: el rendimiento que pueda dar un futbolista en un ecosistema concreto. Los grandes depredadores no suelen defraudar casi nunca jueguen en Groenlandia o en Kenia, pero los goleadores de segunda o tercera fila, buscadores de la última pepita de oro en sus carreras o novatos recién llegados al área, reducen considerablemente su fiabilidad. El Real Zaragoza venía de una terrible experiencia la temporada pasada con el Toro Fernández y Vuckic primero y Álex Alegría después. Entres los tres consiguieron un solo gol, obra del punta extremeño (ahora en el Burgos sin haberse estrenado aún de cara a puerta en 12 partidos). El conjunto aragonés sufrió durante todo el curso los graves errores cometidos en la elección de las referencias ofensivas y se salvó del descenso por la colaboración anotadora de toda la plantilla, Cristian Álvarez incluido.

El primer encargo para Miguel Torrecilla nada más aterrizar en un Real Zaragoza a la deriva fue acertar en la diana con un atacante. Alegría, fichado en el mercado invernal, no le dio más que disgustos mientras el Toro y Vuckic seguían secos. Este verano, con autoridad absoluta pero con mínimos recursos económicos, el directo deportivo peinó la geografía de los artilleros para formar una línea lo más solvente posible. Sus grandes objetivos y los de Juan Ignacio Martínez fueron Cristo González y Borja Garcés, propiedad de Udinese y Atlético de Madrid. El canario, con un par de cesiones en el Huesca y el Mirandés, y el melillense, en su préstamo al Fuenlabrada, habían dejado ver su potencial. La morosidad de una compraventa non nata, la escasa pujanza económica y el interés de otros clubes hicieron que Cristo acabara en el Valladolid y Borja Garcés en el Leganés, donde ninguno de los dos ha encontrado la felicidad aún en las 16 jornadas disputadas: Cristo marcó su primer gol este fin de semana contra el Fuenlabrada y Borja sólo ha conseguido un tanto, en el 0-2 que firmó su equipo en El Alcoraz.

El club aragonés también sondeó a Enric Gallego tras su poco peso en Osasuna. Con 35 años, el catalán apareció como un bocado muy apetecible en el marco de Segunda, que es donde se había hecho un nombre en el Extremadura. Su destino final fue el Tenerife, donde unos problemas de tobillo la habían alejado de los terrenos de juego casi todo el mes de octubre después de un septiembre en blanco realizado. El veterano delantero acaba de estrenarse: ha rubricado un par tantos en las las dos últimas comparecencias del Tenerife como local. Otro de los deseos de Torrecilla, el exzaragocista Álex Millán, eligió una cesión ala Jupiler Pro League belga, en concreto al Círculo de Brujas, penúltimo clasificado, donde en once encuentros ha hecho tres goles y ha ofrecido dos asistencias.

Paulino de la Fuente sedujo también al director deportivo. Su descaro y desborde le llevaron al Inter de Milán con 16 años, para después pasar por las categorías inferiores de Atlético y Alavés. Pero fue el Logroñés el mejor escaparate del atrevido mediapunta. En la subasta veraniega, el Málaga se adelantó al Real Zaragoza, donde el santanderino lleva tres dianas. Juan Diego Molina, Stoichkov, fue la quimera de esa amplia lista de opciones de Torrecilla. El mediapunta del Mallorca cedido en el Sabadell el curso pasado ya estaba subrayado en rojo en la agenda del Eibar, que lo contrató hasta el 2024. Stoichkov es el que mejor ha respondido a las expectativas de los delanteros soñados por el director deportivo del conjunto aragonés: sus ocho goles confirman que era una apuesta sobre seguro.

En las últimas jornadas Álvaro Giménez y Nano Mesa, los elegidos casi por eliminación y después de un periodo de incómoda sequía que cuestionó el acierto de sus adquisiciones, se han reivindicado con tres y dos tantos, respectivamente en este tramo de competición donde las victorias han desplazado a los empates. Borja Sainz cuenta con dos goles en su cuenta, uno más que Álex Gallar, otro por el que se levantó el teléfono para recabar información y que juega para el Cartagena. El big data tiene también sus grietas informativas.

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