La rica pobreza del fondo de inversión

El Real Zaragoza cierra la temporada con menos puntos y en peor posición que la temporada pasada, con el deficiente desembarco deportivo de una nueva propiedad pendiente aún de la promesa un futuro ambicioso

La maravillosa escenificación por parte del club en la despedida de Alberto Zapater y la grandeza del personaje prendieron el pasado viernes la llama de una atmósfera nunca vista en la historia de los reconocimientos a futbolistas del Real Zaragoza. Fue un momento colosal y de absoluto derrame emocional. Impecable y sentido, un seísmo con epicentro en la figura de un jugador de la cantera querido tanto por su peso deportivo en su primera etapa como por el carácter y el sacrificio que imprimió en la segunda bien sobre el campo cuando la salud le acompañó o como referente del vestuario. Ese episodio de máxima comunión del zaragocismo ratificó y elevó, aún más si es posible, el valor de una afición inquebrantable pese a que se presta a sufrir la undécima temporada consecutiva en Segunda, pero por mucho que se quiera o desee señalar este final dichoso como alegoría de un futuro ascenso, hay que contextualizarlo: una isla aun inmnesa, el homenaje, en un océano incierto todavía, el porvenir que está en manos del fondo de inversión y de Juan Carlos Cordero como arquitecto del próximo proyecto con un límite salarial cercano a los 12 millones de euros, la cantidad más importante de esta década en el abismo. El único nexo de unión seguirá siendo la masa social y su fidelidad. De la propiedad en su segunda experiencia depende el resto por no decir todo.

El grupo que preside Jorge Mas ha atendido los deberes económicos innegociables para hacerse con los derechos de la SAD, lo que ha reducido la deuda y ha permitido a la multipropiedad situarse en la pole position y sin rivales en la carrera de la construcción de la nueva Romareda, su principal objetivo. Su primer curso en lo que se ciñe la aspecto deportivo después de que haya caído el telón del campeonato, sólo puede calificarse de deficiente. Quedan por lo tanto pendientes la promesa de lo que mejor está por llegar y esos tiempos ambiciosos que se maneja con el enigma del corto-medio plazo. El Real Zaragoza ha terminado en 13ª posición sin superar en ningún momento la décima plaza, lugar por el que ingresará 540.000 euros por los derechos televisivos. Empezó el ejercició con el séptimo límite salarial (10,124 millones) y lo ha finalizado con el noveno a (10,053 millones). El aterrizaje de Raúl Sanllehí, avalado por su prestigio como ejecutivo del Barça y del Arsenal, ha sido muy accidentado, con decisiones administrativas terribles en el caso de la continuidad de Miguel Torrecilla en la dirección deportiva o nada afortunadas como en la elección de Juan Carlos Carcedo, ambos despedidos al unísono el pasado mes de noviembre. El fichaje de Makhtar Gueye, de su paternidad y del grupo, y la sombría renovación de James Igbekeme antes de partir cedido al Wisla Cracovia han completado una serie determinaciones que han impedido que las reservas financieras, invertidas en finiquitos y apuestas fallidas, se dirigieran hacia las auténticas necesidades del equipo.

Clubes con mucho menos capital han logrado estar por encima del conjunto aragonés, con los casos más llamativos del Albacete, que luchará por subir a Primera, y el Racing de Santander, los dos recién ascendidos. Andorra, otro que venía de la 1ª RFEF, Cartagena y Burgos han hecho valer su mejor planificación y conocimiento del medio para superar el mayor músculo económico del Real Zaragoza, pendiente de la permanencia y víctima de sus errores y de sus herencias en la plantilla durante un buen trayecto de la competición. La contratación de Fran Escribá resultó, junto a las cesiones de Giuliano en el mercado de verano y la de Bebé en el de invierno, el mejor movimiento de una partida desastrosa. Con el entrenador valenciano, el conjunto aragonés creció en prestaciones y números, en competitividad y en recuperación de futbolistas que por diferentes motivos se habían estancado como, por ejemplo, Francho, Bermejo y Nieto. También en disimular la eterna sombra de la eficacia rematadora, iluminada en parte por la colaboración colectiva. Siempre con el lastre de apuestas tan poco productivas como las de Rebollo, Quinteros, Fuentes, Alarcón, Manu Molina y la mencionada de Gueye, el gran esperpento siendo el elegido como atacante principal sin conseguir un solo gol.

Las lesiones de Azón, aún irreconocible tras su regreso de ese duro peregrinaje, el bajón de Francés, la fractura de tobillo de Mollejo y la entrada en la enfermería de Giuliano (a la que se han sumado Bermejo y Jair en la recta final) han impedido una estabilidad que parecía haberse conseguido con una alineación fija donde Cristian y Jair han seguido siendo piezas maestras, y una serie de jornadas luciendo como equipo invicto. Sin embargo, su capacidad para ganar siempre ha condicionado sus ilusiones por enlazar en alguna ocasión con el grupo de cabeza: sólo reúne 12 triunfos, ocho en La Romareda, el séptimo equipo que menos tiene tras 42 jornadas. Con 53 puntos y 17 empates, uno menos que Las Palmas y Levante, no ha logrado igualar los 56 que se conquistaron con Juan Ignacio Martínez el curso anterior y tampoco la décima plaza alcanzada con el técnico alicantino. El desembarco de la multipropiedad ha reducido la sangría de la tesorería y la ha rebozado de cierta estabilidad con deudas pendientes y urgentes que deberá asumir. En su segundo año ya tiene un plan apadrinado por Cordero y bendecido por Escribá, la reconstrucción del equipo con un buen puñado profesionales con experiencia en la categoría y retos aún por cumplir en sus carreras en la categoría y una base en la que figuran sobre seguro Cristian, Jair, Francés, Luna, Gámez, Nieto, Grau, Francho, Lluís López, Aguado, Azón, y posiblemente Mollejo. ¿Suficiente para ilusionarse y sobre todo con capacidad para subirse al vagón de los seis primeros en mayo de 2024?

One comment on “La rica pobreza del fondo de inversión

  • federico , Direct link to comment

    Podemos decir que éste va a ser el verdadero primer año de la propiedad después de haber purgado el pecado original del anterior director deportivo y del fabuloso primer entrenador que se tuvo.
    La próxima temporada será aquélla en que se deberán pedir cuentas a la propiedad. Ahora sí se la juegan.
    Lo del campo, pasado el teatro de guiñoles de las elecciones, volverá a su ser y a la obediencia debida.

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