El Real Zaragoza cuenta con 26 puntos que se los ha ganado con el sudor de su frente, muy poco fútbol y menos goles en una primera vuelta en la que ha quedado claro que su destino final es la permanencia. Estas son las claves de un milagro, llevar una media de salvación, frente a una segunda ronda con olor azufre si se despista.
Arranque a toda máquina sin victorias
Durante mucho, tiempo, el Real Zaragoza fue una máquina de crear ocasiones y de fallarlas, liderando todas las listas de lanzamientos a puerta con Narváez como francotirador más destacado hasta que aparecieron sus delanteros de referencia, primero Nano Mesa contra el Mirandés en la jornada 13 y una semana después Álvaro Giménez en Burgos. El equipo recibió elogios de todo tipo porque emitía una estupendas sensaciones ofensivas mientras a una única victoria en Alcorcón añadía nueve empates consecutivos, récord que estuvo a punto de dar la vuelta al mundo por su rareza. En cuatro oportunidades estuvo en zona de descenso en ese tramo de la competición donde Álvaro falló un penalti en el minuto 85 frente al Huesca, con Juan Ignacio Martínez bajo sospecha hasta la visita a El Plantío para sumar tres puntos agónicos que añadir a la remontada de Santo Domingo.
Por detrás en el marcador hasta en 12 ocasiones
La propuesta del conjunto aragonés entraba por la vista pero no se traducía resultados, lo que hacía sospechar que existían descompensaciones notables. La principal resultó hiriente durante los primeros once partidos por su incapacidad para marcar más de un gol salvo en Alcorcón y por comenzar perdiendo en ocho de ellos. Una mínima concesión le ponía los encuentros cuesta arriba, obligándole a remar contracorriente, por lo general para sumar un punto. En Montilivi se puso por delante por primera vez de arranque pero Stuani le amargó la fiesta, lo que se repetiría de inmediato ante el Mirandés, cuando Brugué estableció las tablas en el 95. Volvió a las andadas en Las Palmas, donde acabó imponiéndose, en las tres derrotas con Leganés, Almería y Tenerife.
La fuga de La Romareda
El viejo estadio ha sido un hotel de cinco estrellas para la mayoría de los visitantes. En once partidos como local ha dejado escapar 21 puntos de 33, con dos solitarios triunfos ante Sporting y Eibar, seis empates con Ibiza, Real Sociedad, Oviedo, Huesca, Ponferradina y Mirandés y tres derrotas contra Cartagena, Leganés y Tenerife. En esos 990 minutos ha acertado con la puerta contraria en seis oportunidades, el pero registro anotador en casa junto al del colista Alcorcón. La fuga constante que tiene en El Municipal le está suponiendo un carga demasiado pesada como para pensar en objetivos ambiciosos.
Seguridad defensiva quebrada
En la jornada 16, el Real Zaragoza presumía con razón de su impecable sistema de seguridad defensivo. Era el segundo equipo que menos encajaba del campeonato, 13 goles, tan sólo por detrás de los 11 del líder Almería. La visita del Leganés comenzó a cambiar la tendencia con un 0-2 que dio paso al 3-0 del Almería y el reciente 0-2 frente al Tenerife, partidos en los que ha saltado por los aires la fortaleza de una zaga con nombre propios –Cristian, Gámez, Francés, Jair y Chavarría–, la única línea con continuidad en las alineaciones con los variantes de Francés como lateral derecho, Lluís López de central en las ausencias de Gámez y esporádicas apariciones de Nieto. Ahora ya hay cinco conjuntos mejores en labores defensivas. Arrastra 21 dianas en contra, las mismas que el año pasado en estas fechas.
Sin gol, otra a vez
La primera vuelta de la temporada pasada se cerró con 17 goles a favor y sin que ninguno de sus atacantes de supuesto postín estrenaran sus casilleros. El Toro Fernández y Vuckic resultaron dos fracasos de órdago mientras Narváez dirigía la pobre artillería con cinco tantos. En la actual, Álvaro Giménez ha logrado cuatro (las mismas que Vada) para redondear de nuevo otros 17 que hacen presagiar lo peor porque la segunda línea, al igual que en la 2020-2021, tampoco aporta tesoros: Borja Sainz, Nano Mesa y un Narváez venido muy a menos tras sus lesiones han firmado dos cada uno. Luego, con uno, están Bermejo, Francés y Eguaras. La cifra vuelve a ser más que preocupante si no se eleva la producción en la segunda vuelta.
Un centro del campo movedizo y sin alineación fija
La inseguridad se focaliza en el centro del campo, donde Juan Ignacio Martínez manifiesta sus propias dudas con cambios constantes de protagonistas sin variar el dibujo. En el triángulo, Eguaras arrancó como caudillo, secundado por Igbekeme y Francho y, en ausencias del canterano, Zapater. Incrustó a Vada en lugar del nigeriano hasta que se lesionó el argentino, para más tarde recuperar a James en las victorias ante Sporting, Las Palmas y Eibar. En cuanto a podido, después de una prueba experimental que fracasó en Alcorcón, el técnico ha cedido el bastón de mando a Petrovic para desplazar al banco a Eguaras y también a Zapater. Adrián apareció un par de veces en la titularidad… El serbio y Francho son ya fijos, mientras que en las alas ha pasado de todo, con Borja Sainz condenado a un segundo plano pese su buen rendimiento. Bermejo, Nano Mesa y ahora de nuevo Narváez han ocupado esos puestos con Yanis de turismo en Zaragoza: el panameño ha contado con 64 minutos en un equipo que no ha repetido alineación en ninguna de las 21 jornadas del campeonato…
Francés y Francho, las mejores noticias
En esta sinfonía de la confusión hay dos futbolistas que mantienen una regularidad y un crecimiento constantes. Francho, escudero penitente de todos a los que han puesto a su lado, ha sido el único centrocampista con despliegue de costa a costa en esta primera vuelta. Si no se ficha a nadie en enero en una parcela que pide refuerzos urgentes de corte físico, lo seguirá siendo. Alejandro Francés ha elevado el vuelo sobre el resto de sus compañeros con la ayuda de un Jair expeditivo. El central es sin duda la mejor noticia de un Real Zaragoza del que se puede rescatar poco más que no sean esos 26 puntos que figuran en su casillero, un milagro.
