Las pájaras de Eguaras

Al acabar el partido contra el Ibiza, en sus declaraciones, Juan Ignacio Martínez dijo que el Real Zaragoza había corrido mal. Ayer, Íñigo Eguaras pidió audiencia con el entrenador, con el cuerpo técnico, para buscar la causa y la solución para que el equipo no termine los partidos como el rosario de la aurora, despellejado sobre el campo, con las fibras electrificadas y los pulmones sin una gota de aire. «No entendemos el porqué nos cuesta llegar al final de los partidos. No sé si será por el calor o el campo. Varios compañeros estamos con los gemelos… Habrá que hablarlo con el cuerpo técnico porque ya en el anterior partido acabamos muy cansados. No sé si es porque corremos mal o corremos mucho, pero hay que darle una vuelta a esto». El centrocampista, presa de la impotencia y de un evidente agotamiento, desató así, en público y ante las cámaras de televisión, la primera tormenta de la temporada cuando tan sólo han transcurrido dos jornadas del campeonato.

Con el rostro congestionado por un esfuerzo que de nuevo le impidió terminar el encuentro, el centrocampista se lamentaba del poco botín conseguido en el arranque de la Liga: «No podemos perder la cabeza, pero llevamos un punto de seis y esperábamos mucho más. Es necesario sumar si queremos estar arriba», apuntó el futbolista, quien dejó una perla inapropiada aun siendo cierta cuando buscó otra de las razones de la derrota y señaló a un compañero: «Está claro que nos falta gol, nos hace falta más ofensivamente. Si Iván, no porque sea Iván (¿no porque sea Iván?, mete la del palo y luego la otra que tiene. Juanjo (Narváez) ha disparo al palo…». Esas reflexiones, en caliente y sin resuello, presentaron a un Eguaras desconcertado, visiblemente víctima de varias pájaras, no solo la física que le acompaña desde hace mucho tiempo.

El equipo corre mal, a destiempo, histérico y sin jerarquías porque el propio jugador navarro provoca una descompensación considerable en la medular. Se refugia en detalles tan elegantes como aislados, en una posición cada vez menos influyente pese a resultar vital. Su talento adquiere notoriedad cuando sus escuderos le protegen, casos de Zapater o Guti en su etapa zaragocista, pero a la intemperie y con Igbekeme a su lado es un futbolista vulnerable, fácil de cortocircuitar y, con el paso del tiempo, erosionado de la velocidad que nunca lució en exceso. En este Real Zaragoza ha sido importante, como otros muchos que han aprovechado el declive de un gigante para ser rey tuerto en el imperio de los ciegos. Ahora reclama una asamblea con el cuerpo técnico para que el conjunto aragonés corra mejor. Para hacerlo, en primer lugar no tendría que estar en la alineación. Luego, habría que fichar al menos a tres centrocampistas quizás menos pintureros pero mucho más eficaces, regulares y productivos. Fuertes de pierna y de personalidad.

La pájara de Eguaras y del resto de sus compañeros no afecta sólo al cuerpo. Algunos, como es su caso, se han creído que el Real Zaragoza es uno de los aspirantes al ascenso. Incluso llegó a decir que con dos fichajes sería suficiente para reforzar la plantilla. Vive el centrocampista en un mundo paralelo y cada día más horizontal en sus pases, y está descubriendo que el equipo se funde a su ritmo. Claro que se corre mal como consecuencia principal de la falta general de calidad, de la obligatoriedad de replegarse ante constantes pérdidas no forzadas, frente, ayer, a un entrenador que colaboró a al desequilibrio táctico para buscar soluciones ofensivas. A su lado, Francho fue el que más kilómetros hizo de los dos equipos (12 junto a Toni Villa) y el más veloz (33,2 km)… Eguaras ya tiene las respuestas.

02 comments on “Las pájaras de Eguaras

  • Entryes , Direct link to comment

    Estoy de acuerdo. Zapater y Francho tienen que ser los titulares, con Sainz y Puche por las bandas y Narváez y otro como delanteros

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    Hace tiempo que este chico, Eguaras, debería estar jugando una liga tipo la de Veteranos. A ver si JIM tiene el cuajo de prescindir de él. Lo dudo

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