Los hombres buenos en la isla del tesoro

La afición reclamaba una revolución catártica con la llegada de la nueva propiedad, una cirugía deportiva y administrativa a corazón abierto que con el paso de los días se ha quedado en un cambio de poderes y nombres en el consejo y en un giro político conservador. El tiempo dirá si en la sala de operaciones de la compraventa se ha producido una intervención que mejorará el pulso vital del club en el futuro o un simple retoque estético. En esa petición, sólo había una súplica de continuidad: que los responsables de la Ciudad Deportiva, cuyos contratos expiraban el 30 de junio, siguieran en su cargos. Príncipes de París adelantó hace diez días que se había llegado a un preacuerdo con los profesionales del fútbol formativo, y hoy el club ha ratificado que Ramón Lozano, director de cantera, Ángel Espinosa, coordinador de fútbol formativo y José Luis Arjol, responsable del área de Metodología, permanecerán en sus puestos. La noticia es grande.

Dentro del caos vivido por el Real Zaragoza en las últimas décadas, la cantera ha funcionado como un gobierno independiente, casi ajeno a los sucesivos seísmos que destrozaban al primer equipo y a la entidad. Con muy pocos medios y un rico sentido de la responsabilidad y del trabajo, estos tres profesionales y Pedro Suñén en la coordinación han formado una familia dentro de la escuela. Con rigor, cariño, dedicación y talento, su labor y la de todos los que les acompañan se ha traducido en un constante goteo de futbolistas doctorados para dar el salto en circunstancias muy duras y en muchos casos servir de primer y primordial alimento de exportación para combatir la desnutrición financiera que sufre la entidad.

El Real Zaragoza juvenil de Iván Martínez se proclamó campeón de España y participó en la Youth League. Fue lo más llamativo, la confirmación cara al público de que esos logros eran fruto de un camino perfectamente trazado por delineantes que conocen el terreno y saben sembrarlo de líneas rectas, de trazos de honestidad y fe en lo que hacen. La vuelta de Emilio Larraz y de Javier Garcés, entrenadores en mayúsculas que también siguen al frente del filial y del juvenil, fortalecieron las raíces de este robusto árbol que en este periodo ha acogido con afectividad y elevado interés al equipo de la Liga Genuine y al conjunto femenino.

Pedro Suñén, Ramón Lozano, Ángel Espinosa, José Luis Arjol y su equipo de colaboradores… Antes de ellos hubo muchos otros que más allá del indiscutible zaragocismo que mueve su pasión por este equipo, dedicaron gran parte de sus vidas a dar esplendor a la Ciudad Deportiva. Jorge Mas y Raúl Sanllehí ha cumplido su palabra. Enhorabuena. Ahora hace falta lo más importante: dotar de recursos e infraestructuras adecuadas y decentes a estos artesanos y a quienes les sucedan para que continúen formando futbolistas y sobre todo personas que representen al Real Zaragoza dentro y fuera de las fronteras del éxito. Hacer del sentimiento de pertenencia una bandera que además de ondear en esa isla del tesoro lo haga en un lugar de encuentro del que sentirse orgulloso cada día.

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