Petrovic o Eguaras, el dilema incompleto

Un asunto quedó claro en Santo Domingo frente al Alcorcón: juntos no pueden jugar porque el Real Zaragoza se nubla con dos faros antagónicos en sus funciones y sus ritmos: Petrovic es un futbolista robotizado para la estrategia y Eguaras, un creativo con lagunas defensivas. ¿A quién elegir entonces? No es sencillo salvo para Juan Ignacio Martínez, que en cuanto el serbio ha cogido un poco la forma le ha entregado el puesto. El entrenador no ha apostado por el mejor, sino por quien se encuentra más próximo a sus ideas, y Petrovic, aun en su ocaso, es mucho más de su gusto porque le ofrece centímetros para el control aéreo por delante de la defensa, jamás asume riesgos con la pelota y en su gris corrección lleva agregado un central de urgencia. En una comparativa de currículums no habría ni color ya que el balcánico tiene un amplia aunque desigual trayectoria en clubes de cierto nivel y una participación en un Mundial, mientras que el navarro nunca ha llegado más lejos de Segunda. Sin embargo, en esta tesitura y en este momento no procede la confrontación de méritos pasados porque ninguno asegura un mediocentro de garantías.

Si fuera posible una cirugía con bisturí salomónico, la fusión de las virtudes más notables de cada uno daría forma a la boya completa que tanto se echa de menos en el achatada medular del Real Zaragoza, donde sólo Francho suele equilibrar los déficits de velocidad en el repliegue y la transición de uno y otro. Eguaras posee un don para compensar su lentitud de piernas con una vertiginosa capacidad para descubrir pases que sólo vislumbra en su mente, cuando le permiten pensar y por lo general en campo contrario. Petrovic también es de tranco corto y como mejor aval expone su rigor posicional y una mayor disposición para las coberturas en terreno propio. La irregularidad, el desgaste del partido y la parsimonia compartida les hace cometer más errores de los aconsejables en esa parcela en cuanto el rival presiona sus salidas.

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Juan Ignacio Martínez se ha decantado por el serbio, que va sumando simpatizantes en la grada pese a que el navarro mantenga su club de fans. Para lo que pretende el técnico, para lo que exige la categoría y por el vacío que existe en la plantilla en cuanto a tipos fuertes, duros y formales, la disciplina del sargento Petrovic le ha ganado la mano al talento intermitente de Eguaras en un puesto que no se ha conseguido cubrir con una pieza que aglutine esas capacidades o el mayor número posible de ellas con un liderazgo reconocible. En ese cruce de caminos incompletos, siempre se ve pasando correr a Francho con puntualidad canterana para solucionar problemas o buscar soluciones globales con viveza y aceleración.