Toda la verdad sobre Carbonell

Luis Carbonell y el Real Zaragoza se han equivocado. Esa es la verdad. Su marcha al Real Madrid en estos momentos ni beneficia al jugador, de magnífica proyección pero verde para aventuras deportivas y humanas lejos de la Ciudad Deportiva, ni al club, que pese a mimarlo desde los 12 años cede a una de sus joyas en lo que se interpreta como una rendición, casi como una pérdida irreparable aunque se establezcan una serie de cláusulas que es muy complicado que se ejecuten y le haya prorrogado el contrato cuatro años por si vuelve frustrado de su experiencia en Valdebebas. Tiene cualidades para hacerse notar en el filial de Raúl González y en el juvenil, con el que participará en la UEFA Youth League, porque posee la magia de los genios, pero para titularse en la Fábrica además de talento hay que demostrar una personalidad que va más allá de las fantasías con el balón y otras maravillas. Mal negocio en principio para ambos.

El chico se desvincula de forma eventual de su ecosistema animado por los cantos de sirena de un destino muy atractivo. También, o sobre todo, porque considera que se le han cerrado las puertas abiertas de par en par a otros compañeros de generación. Seguramente porque en la plantilla que entrena Juan Ignacio Martínez hay y están entrando jugadores a años luz de su calidad innata. El Deportivo Aragón no le llena. En este sentido no le falta razón. La decepción ha cundido en la Ciudad Deportiva por un trabajo inacabado y posiblemente irrecuperable en el caso de que regrese al acabar el préstamo anual si el Madrid no lo compra por 1.5 millones de euros, condición si quiere quedarse con el del barrio Oliver. No hay marcha atrás por ninguna de las partes en lo que supone un error compartido.

La gran pérdida la sufre el Real Zaragoza. Carbonell ni ha tenido la paciencia suficiente, ni se la han prorrogado en el club, ni se la han recomendado en su entorno. En el caso de que el Madrid lo acoja de forma definitiva, será su triunfo y habrá que felicitarle. Si no es así, habrá perdido una temporada para seguir luchando en su casa por lo que cree que le pertenece. Se va y le dejan ir. Es un viaje extraño con la opción de un billete de vuelta pero marcado. La experiencia le servirá para cumplir un pequeño sueño a la espera de culminar la realidad en un escenario de enorme complejidad como el madridista o para regresar a un punto de partida que jamás será el mismo. Una lástima. Todo.

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