Luis Carlos Cuartero lleva cinco años luciéndose en la dirección general de un club raptado por un grupo de empresarios que le colocaron de cuña amiga entre el equipo y el pelotazo para el que se disfrazaron con capa de salvadores y que no se ha producido. El resultado del exjugador, mano derecha e izquierda de Agapito Iglesias, al frente de la gestión con la actual propiedad ha arrastrado el Real Zaragoza a la indigencia deportiva, producto de la falta de preparación y capacidades del ejecutivo-ejecutor. La temporada pasada dio con Miguel Torrecilla en el Waasland-Beveren, «fruto del intenso y coordinado trabajo, al mismo tiempo de forma discreta, realizado por el Consejo de Administración», decía una nota en la página web del club. El discreto, con una irregular trayectoria profesional con nota tan sólo en el Celta de Vigo (en Sporting y Betis no guardan un especial recuerdo de su trabajo), hizo un primer movimiento con la contratación de su amigo Juan Ignacio Martínez, sin duda su gran y único acierto desde que su hizo con un despacho preponderante en el Real Zaragoza.
La pauta de Miguel Torrecilla, sin embargo, la marca Cuartero, quien a su vez es el representante en la tierra de las operaciones de la santa Fundación. El tándem de la muerte salió airoso con la salvación que se trabajaron JIM y una plantilla en comunión perfecta con el entrenador, pero aportaron muy poco material en el mercado de invierno para darle herramientas al entrenador. Peybernes, Sanabria y Álex Alegría fueron los elegidos y sólo el central estuvo a la altura de un conjunto que continuó sin gol, en el alambre de victorias cortas y pequeñas pero valiosas aportaciones ofensivas del resto de las líneas, portero incluido, y la fundamental intervención de los tres canteranos. Al fracaso de El Toro Fernández y Vuckic se sumó el de Alegría, este último con el nuevo director deportivo en plaza.
En su segundo intento, Torrecilla, una vez desmontada la farsa de la compraventa fantasma cuando le convino a la Fundación, afrontó la responsabilidad, ya con todos los poderes, de reconstruir un equipo de arriba abajo. Sin presupuesto competitivo pero, asimismo, sin más recursos profesionales que volver a recurrir a viejos conocidos de su libreta y a fichajes y cesiones de outlet, trajo ocho futbolistas que aún no se han ganado ninguno la titularidad. Además, ha repetido con un frente de ataque improductivo al cien por cien con Álvaro Giménez y Nano Mesa por estrenarse de cara a puerta. A la suma de esa doble y grueso error que ha arrojado al abismo de la permenencia al Real Zaragoza hay que engarzar su insensibilidad con una exitosa generación de canteranos a la que tampoco Cuartero ve con simpatía. La salida de Luis Carbonell, de inadmisible justificación, y el trato con la renovación de Clemente, ninguneado con una oferta ridícula y apartado de la competición con la connivencia de JIM, ratifica que con Torrecilla y Cuartero se puede dejar marchitar uno de los principales patrimonios del zaragocismo.
El director deportivo, que ya ha incluido en nómina pese a la escasez de recursos a dos hombres de confianza, su hermano Juan Antonio Montes Torrecilla y Javi López, asumirá la tercera ventana, otro mercado de invierno que ya ha empezado a sondear en la búsqueda de un nuevo delantero centro. ¿El Real Zaragoza está jugando con fuego o quizás es que el fuego de la Primera RFEF le parezca atractivo a una Fundación una vez aprobado el convenio de acreedores y con la suspensión del desembolso mientras se prolongue su estancia en una categoría inferior? Mientras, Torecilla y Cuarterillo siguen pedaleando en perfecta y funesta sintonía.
Hace tiempo que creo que ni esta Directiva soberbia e insensible con el sentimiento zaragocista ni una buena parte de la afición hemos entendido y asumido que estamos en Segunda División y que las cosas hay que hacerlas de otra manera. Ejemplos los hay cerca como Huesca o Eibar e incluso Rayo Vallecano o más lejos como Elche. Poca miseria