Un partido para tapar las vergüenzas

Esta ha sido la semana internacional de la vergüenza en el Real Zaragoza. Por lo menos de su capitán, Alberto Zapater, y de su entrenador, Fran Escribá, quienes desde la eliminación en la Copa frente al Diocesano han comparecido para hacer llegar al gran público sus sentimientos personales tras el revolcón en Cáceres. El mayor peso de la vergüenza ha recaído, como siempre, en la afición, que esta noche (21.00) espera que su equipo muestre algún tipo de arrepentimiento ganando al Málaga, otro que se presenta a la cita de La Romareda en busca de puntos y honorabilidad. El partido, con el temporal de frío ya encima, es de los que se juegan en el invierno interior, donde las dudas se imponen a las certezas y el fallo cotiza a precio de lingote de oro para quien lo aproveche.

El estreno de Fran Escribá en Liga no trae ningún pan bajo el brazo. El técnico ya comprobó lo que tiene entre manos en el torneo del KO, donde confeccionó una alineación titular para comenzar su andadura con las pilas de la moral no demasiado descargadas. Se le vino abajo el plan A con dos delanteros y gente hecha, y habrá que comprobar su programa para el segundo round. El entrenador habló de introducir algún cambio que afectará al once y podría hacerlo al dibujo para prescindir de un punta, en concreto de un Gueye que aún no ha aparecido en el panel de llegadas del aeropuerto. En el centro del campo es seguro que la indolencia de Eugeni regresará al banquillo por un Vada con algo más de fachada. Francho también podría contar con otra oportunidad en una zona que completarían Grau, Bermejo y Mollejo.

Escribá lo dijo bien claro sin conocerse si tiene la fórmula para ponerle remedio: la segunda línea, todo tibieza, necesita más aportación ofensiva para que Giuliano, con Azón una semana más de baja por precaución, no sea el único capaz de intimidar a las defensas rivales. Ese mensaje de mayor atrevimiento lleva implícito otro, el del equilibrio para ser un bloque homogéneo en defensa. Nada nuevo en el horizonte que no trabajase Juan Carlos Carcedo, en otras cosas porque aquí mandan mucho más las limitaciones de la plantilla que el sello táctico o la estrategia del allenatore. Lo que se regala aunque no lo parezca es la actitud, según Escribá una de las claves para que la afición se enganche hoy con el equipo. Lo van a dar todo y más. El derroche de implicación no asegura fútbol ni goles, pero se confía en que esa combustión dé para conseguir el triunfo y huir de las fauces del montacargas que conduce al descenso.

El Málaga da pena, pero no está el Real Zaragoza para acoger a nadie en su modesta casa. El conjunto de Pepe Mel, que parecía destinado a estar entre los mejores, no marca ni con Rubén Castro y es un flan defensivo. 14 fichajes y una cierta holgura económica se han ido por el desagüe y es colista de la categoría. Aun así, su descompensado plantel desprende respeto mientras el Real Zaragoza pelea por recuperar el suyo sin Cristian en la portería, con Ratón más cerca de la alineación que un Rebollo al que prefiere el seguidor. En el derbi de las vergüenzas, el equipo aragonés no puede permitirse otra.

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