Una noticia económica en la sección de esquelas

El anuncio de la propiedad de la solicitud de un nuevo convenio y de la posibilidad de suspender pagos a acreedores en caso de descenso presenta un porvenir más desolador aún con el equipo en plena lucha por la permanencia

La solicitud del Real Zaragoza para modificar el vigente convenio de acreedores y que los pagos, con fecha de finalización en el 2025, se prolonguen hasta el 2030 es una noticia de economía incrustada en la sección de esquelas. El rapto de vida a las gradas de La Romareda por las exigencias sanitarias de la pandemia ha vaciado el fútbol de emociones en directo y ha reducido la capacidad de ingresos del club, por lo que todo apunta a que esa petición prosperará. La propiedad ha añadido un anexo escalofriante aun siendo previsor: si el equipo desciende a Segunda B, se suspenderán los pagos. Posiblemente todos estos movimientos se están realizando en los tiempos adecuados, pero conviven con la perniciosa coincidencia de la terrible situación deportiva del equipo, lo que viene a ser que en pleno funeral los familiares se aniquilen a balazos. Así, por las buenas o las malas, con o sin razón, sin distinguirse culpables de inocentes por la falta de transparencia y ambición de los gestores, por la distancia abismal que se ha abierto con la afición, puntualmente desinformada y con la ilusión confinada a puerta cerrada. Aterrada por la amenaza del descenso, la gente escucha además los nudillos oficiales de la muerte golpeando en la puerta.

El próximo lunes, el Real Zaragoza entrará oficialmente en la primavera más gélida de su historia, temperatura que descenderá hasta la congelación en el caso de no vencer al Mirandés, un rival que con la mitad de presupuesto (4,6 por los 8,9 del conjunto aragonés) llegará peleando por posiciones de playoff de ascenso. Un club sin apenas recorrido en Segunda que la temporada pasada, por segunda vez desde su fundación en 1927, fue semifinalista de la Copa y que ha hallado en la juventud y las cesiones el camino correcto para sus pretensiones. Un contrincante que en sus enfrentamientos con el Zaragoza ha conseguido el mismo número de victorias, cuatro. También por el Ebro habrá que visitar después al Logroñés y más tarde recibir al Cartagena en un mes de marzo que se aparece como un cruce de caminos señalizados por trampas e incógnitas. Todo lo que no sea ganar, sobre todo en los duelos directos, indicará la proximidad del acantilado a la B y a un escenario financiero asumible con esa suspensión de pagos antes mencionada, pero sin interés alguno de inversores ni inyección televisiva ni capacidad de crear patrimonio vendible. No hay por dónde cogerlo. Después de se marcharan en verano cinco titulares que sumaban 18 asistencias y 33 goles, la dirección deportiva con la connivencia de la directiva confeccionó una plantilla plena de desaciertos aunque algunos descubrieran su inutilidad más tarde, en competición.

Ya con Miguel Torrecilla y Juan Ignacio Martínez, sin que elevaran la voz, se despreció la posibilidad de buscar remedios en invierno. La salvación queda por completo en manos de los futbolistas mientras en el club la mitad del consejo aboga por vender y la otra mitad, los que están con nómina caso de Fernando Sainz de Varanda y Luis Carlos Cuartero, prefieren que la Fundación se inmortalice. Incomprensible, inadmisible, e intolerable. La publicación de las penas de tesorería para hacer frente a los pagos se encuentra en la sección de necrológicas. De bajar habría un margen de cinco años consecutivos o alternos para retomar esas deudas. En resumen entre más quitas que pon, una ambivalencia de racimo y la posibilidad de perder pie en el fútbol profesional, al Real Zaragoza le pueden quedar trece jornadas en este mundo, algún curso por carreteras secundarias y un mar de lágrimas inconsolable. La continuidad se dilucidará en el campo, pero a un precio elevadísimo de errores y con una sobrecarga de gastos administrativos en puestos de relevancia irrelevante que cualquier economista deportivo hubiese derivado hacia la mejora de la plantilla. La comitiva funeraria, sin embargo, conserva el estatus de sus ingresos mientras prepara la mortaja del Real Zaragoza con la más simple de las decisiones: que esperen o se mueran los pobres.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *