Una vida en 25 minutos

Sólo Daniel Lasure sabe lo que sintió en el minuto 65 del partido. El resto, lo que podamos contar los demás, es pura literatura. Seguramente de la barata pese a las buenas intenciones. Puede que no fuera tan emocionante como pensamos, como se reflejó cuando La Romareda se puso en pie para recibirle con una sonora ovación y un sentido respeto. El cáncer es una enfermedad demasiado común, pero cuando te alcanza de cerca acentúa al máximo la sensibilidad y agita los miedos. El jugador del Real Zaragoza convivió con ella en su cuerpo y su recuperación ha sido seguida con especial atención por el aficionado desde el mismo día que le fue detectada. La operación, la quimio, la primera noticia de que estaba limpio, su vuelta a los entrenamientos y, por fin, ‘calienta que sales’ tras un largo periodo de paciente espera en la reserva.

A falta de 25 minutos, después de recuperar hace tiempo su vida cotidiana, Lasure comenzó otra vida, o mejor dicho prolongó la misma pero con una compresión distinta de las cosas y sus importancias. Saltó al campo ajeno, al menos en apariencia, al ruido de la grada y de su nombre, acariciado con cariño por la voz del público. Como en un encuentro cualquiera ocupó el lateral izquierdo que le cedió Chavarría y se puso serio, como mandaba un encuentro complicado y por decidir. Al caerle los primeros balones en los pies fue cuando dio señales de querer entregar más de lo que podía. Se quiso perfilar en un par de ocasiones para regatear e irse pero no pudo. De inmediato entendió que debía hacer circular la pelota sin exponerse a mayores riesgos y plasmar con inteligencia y carácter en la disputa lo que ahora mismo puede aportar: buen toque y mucho corazón.

Era complicado que su protagonismo llegara mucho más allá de esa correcta puesta en escena, con las miradas puestas en sus intervenciones y el aliento de la gente impulsándole. Pero enganchó un disparo violento desde lejos que estuvo muy cerca de ser el 2-0. Hubiera sido la guinda del pastel a su reaparición, al menos para quienes vestimos de heroicidad a los vencedores por el simple hecho de su supervivencia contra el mayor de los retos. Habría que preguntarle a Lasure qué sintió de verdad en esa vida de 25 minutos. Si le resultó larga o corta, intensa o rutinaria. Quizás un poco de todo. En cualquier caso, bienvenido al fútbol y perdona a quienes intentamos aproximarnos a explicar algo tan sencillo y tan complejo. Tan exclusivo de la persona.

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