Desterrado de Disneylandia

El Real Zaragoza es el equipo con menos fantasía colectiva e individual de Segunda: el más pobre en asistencias, el segundo que peor regatea y el tercero con menos goles desde fuera del área

La carestía goleadora está siendo la seña de identidad más reconocible de este Real Zaragoza de una superficialidad futbolística que agrupa otras suertes que exageran aún más su limitación de prestaciones globales y acentúan su simpleza en zonas de tres cuartos y ataque. Es un equipo sin jugadores diferenciales en la creatividad, un bloque muy predecible cuando se le impide correr y se le obliga a concebir en estático. Ha explotado al máximo su corrección defensiva y a Cristian para evitar una lucha agónica por la permanencia y maquillar una temporada gris, pero más allá del centro del campo los túneles se le agolpan y sale de ellos con recursos elementales. Iván Azón está siendo el más hábil para hallar atajos, pero circunscritos a su naturaleza de animal finalizador. El resto, si ha visto la luz, ha sido casi siempre por su cuenta en corners, rechaces, penaltis, acciones individuales… No hay paredes ni maravillosas ocurrencias, si acaso los tantos de Borja Sainz al Sporting y al Girona como aisladas excepciones.

Los datos relacionados con la capacidad de inventar más allá del laboratorio horizontal o el pase largo delatan que el conjunto de Juan Ignacio Martínez utiliza mecanismos robóticos y amparados en la disciplina jornalera porque adolece de la más mínima fantasía. Esta categoría no es pasto de grandes magos, pero el conjunto aragonés es quien menos cosecha original recoge. En 38 jornadas figura, junto al descendido Alcorcón y un Málaga en muy serios apuros, como el equipo con menos asistencias del campeonato. Ha imaginado 20 pases definitivos, una cifra minúscula liderada por los cinco de Fran Gámez, lateral derecho, algo inaudito, y al que le siguen dos centrales, Jair y Francés, con un par de centros. El primer mediocampista en ese listado es Zapater, con otros dos, junto a un delantero, Álvaro Giménez. Los supuestos especialistas en filtrar balones que acaben dentro de la portería no pasan de una colaboración (Eugeni, Francho, Bermejo, Vada…).

Frente a ese déficit, el Real Zaragoza expone otro al figurar como la segunda escuadra que menos regatea de la competición, lo que unido a su descubierto asistencial se traduce en una mayor complejidad para sorprender al rival. Sólo han tenido éxito 247 intentos de desbordar a un adversario, por encima de los 225 del Burgos. La destreza individual se concentra en Borja Sainz, el único que ha sido productivo con sus burlas, Bermejo y los dos laterales, Chavarría y Gámez en sus incursiones por los carriles. Hay otro detalle que subraya la falta de material alternativo para derribar la resistencia del enemigo: ha marcado tan sólo dos goles desde fuera del área, uno más que Alcorcón y Oviedo. Narváez se aprovechó de un tiro que rebotó en Blasco para batir a la Real Sociedad B y Fernando hizo feliz a Francho con una bola que el canterano ya daba por pérdida en el búnker y que se coló para inaugurar el marcador ante el Almería. El Real Zaragoza no es precisamente un parque temático de la fantasía.

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