El club de los caraduras

La victoria se le niega al Real Zaragoza porque no tiene la llave para abrirla. Así de sencillo. Y carece de esa herramienta fundamental en el deporte profesional juegue con titulares o, como contra el Girona, con una alineación trufada de rotaciones. La tuvo, por primera vez, adelantándose en el marcador, pero la dejó marchar, como siempre, porque la aparente solidez defensiva se desmaya con una ligera brisa. Necesitaba los tres puntos frente a un desquiciado Girona para huir del callejón de los empates, donde se sentía hasta cierta medida cómodo porque no perdía. Sin embargo, la suma se ha transformado en resta: sale de caza mayor y vuelve con una huevo de codorniz en el zurrón. Con la despensa medio vacía, el invierno va a ser muy duro y puede que llegue hasta mayo. Su problema para ganar es de una gravedad monumental esté cerca, lejos o a medio camino del triunfo. Tuvo que salir Vada desde el banquillo para marcar su cuarto gol esta temporada y se retiró con molestias antes de finalizar en el primer partido sin Narváez, lesionado para más de un mes. Cuando el encuentro solicitaba sangre fría con un rival con el sistema nervioso desatado, todo el mundo se olvida de Stuani en el área, un tipo que sólo necesita un perdigón para volarte los sesos. Su cabezazo se clavó como un puñal en la portería de Cristian y en el corazón de un Real Zaragoza honesto pero pobre para competir de principio a fin.

El once de Juan Ignacio Martínez provocó un seísmo de gran escala al comprobar que no estaba Francés y que en la sala de operaciones compartían capitanía Petrovic y Adrián. El técnico arriesgó con futbolistas con pocos minutos para no estresar físicamente a otros como Eguaras y Zapater, aunque el cambio del central resulte complicado de justificar. Pero nadie desentonó sumergidos todos en ese espíritu de combate que caracteriza al grupo al margen de los nombres, en una batalla sin arabescos ante un adversario descompuesto, egoísta y ansioso. Una gran jugada entre Nano Mesa y Fran Gámez y Vada se estrena con una definición de categoría. Un último intento del Girona por rescatar algo del naufragio y Stuani que aparece con el flotador sin que nadie se percate de su posición. El Real Zaragoza confirma con este resultado, aunque no lo admitan ni el entrenador ni la plantilla, una crisis enraizada en su naturaleza, la de un equipo corto en ataque pero, sobre todo, sin personalidad cualitativa para descifrar lo que se necesita en cada momento. Se entrega, corre, lucha… Y se acuesta sin cerrar la puerta de atrás. Si de algo es culpable es de inocencia.

No es un conjunto perdedor y sin embargo su clasificación dice lo contrario. Parece una paradoja pero no lo es. Todo el mundo en el Real Zaragoza se escuda en un futuro mejor despreciando un presente que refleja sus miserias sobre un falso espejo de virtudes imaginarias. Y esa rabiosa actualidad le recomienda que se esmere para lograr la permanencia, para salvar de nuevo a un club con una directiva desapegada, fría y ausente, una entidad sin modelo, sin proyectos, despreciando  la cantera desde todos los frentes y con la afición como solitario ejército de rescate sentimental. JIM, cada vez más humano y vulnerable, va tener que sacarse de la chistera otro milagro mientras su amigo Torrecilla, que se ha traído a la secretaría técnica a familiares y amigos, le pone la zancadilla en cada operación que protagoniza. El entrenador está perdiendo su aura a medida que el equipo muestra su escasa iluminación fruto de una propiedad impersonal que no tiene el menor interés ni conocimiento deportivos y que sigue al frente porque nadie ha caído en la trampa de comprar unas acciones infladas en su valor. En Montilivi fue otra alineación y el mismo equipo sin llave ganadora, esposado a unos dirigentes nefastos y caraduras que se encaminan a ser dueños de una tragedia histórica con JIM como trabajador ejemplar si insiste en brindar con sus jefes y con el colega Torrecilla con una botella medio vacía de fútbol y medio llena de mentiras.

03 comments on “El club de los caraduras

  • Félix , Direct link to comment

    Lamentable encajar un gol no por un fallo de marcaje en un balón aéreo, sino por no marcar a Stuani, uno de los mejores delanteros de esta categoría en los últimos años. Incomprensible la presencia en el banquillo de Francés, un jugador internacional de la casa y titular indiscutible, más teniendo en cuenta la escasa competencia que tiene. Vistas las cosas el R. Zaragoza a día de hoy tiene una plaza segura para descender si no ocurre algo importante. No hay recursos y sus administradores no hacen todo lo posible para obtenerlos. Si hicieran eso en sus empresas podrían tener que defenderse judicialmente de la responsabilidad social que se ejercería sobre ellos, pero parece que aquí vale todo y no pasa nada. Dejen ya al R.Z., no queremos un equipo en Segunda, no queremos jugar contra equipos de «pueblo». Vasta ya de humillación malditos.

    • Pedro carenas lopez , Direct link to comment

      Estamos en.lo.mismo ; O. Tomamos medidas los aficionados y abonados esto desaparece; y lo
      Peor es lo del señor este medio cura muy bien educado qe va a misa y habla muy bien; pero tiene una cara qe soa pisa en uestro argot ( sin. Verguenza ) .No hay un duro en el.club y fichando.la porqeria qe ha fichado el año.pasado y este año , y tiene la desfachatez de traer a sus hermanos dos más alo deportivo para qe .
      SE NOS RIEN EN.LA CARA O HACEMOS UNA MANIFESTACION YA O ESTO VA AL CARAJO.

  • Maño Carallo , Direct link to comment

    Con una manifestación, como dices, no se arregla nada. Aquí la que manda es la propiedad que ha puesto el dinero y como el club es suyo hace lo que quiere. Los socios no pueden pretender dirigir el club ni tomar medidas pensando que es suyo, ya que eso sería como si los que tienen la tarjeta del Corte Ingles y no están de acuerdo, se manifestasen y pensasen tomar medidas creyendo que, con la simple tarjeta, es suyo. Vamos de risa……..

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