Ganar en Gerona o la crisis en mayúsculas

Hasta hora, la palabra crisis se ha resguardado en el cofre de las sensaciones. Se jugaba bien y nadie parecía superior eran los argumentos para no abrir la caja de los truenos, cuya llave está siempre en posesión de los resultados. La sucesión de empates viniendo siempre desde atrás no ha podido disimular las dos grandes razones por las que el Real Zaragoza ha perdido casi por completo contacto con las seis primeras plazas y amenaza con instalarse entre los últimos del campeonato para lo que resta de temporada: pese a que dispara más que nadie, no da a un elefante a un metro de distancia y sus mínimos fallos defensivos son de un gigantismo fatal. La visita a Girona (21.00) contra un Girona en la misma situación obliga a conjugar el verbo ganar de principio a fin porque de lo contario la crisis se escribirá con mayúsculas. Con los tres puntos, y depende del marcador, como mucho podría escalar dos posiciones, lo que significa que se ha descolgado de objetivos ambiciosos y que de caer en Montilivi, le esperan muchos meses por delante con la soga al cuello.

A su delicada situación, el Real Zaragoza ha añadido hoy un drama tras conocerse el alcance de la lesión de Juanjo Narvaéz, una rotura de fibras en el cuádriceps de la pierna derecha que apunta a dejarle fuera de combate un mes como mínimo. JIM pierde a una de sus piezas fundamentales, uno de los grandes lanzadores de la Liga, y al único delantero que ha acertado con la portería (suma dos goles). Después de haber sufrido molestias lumbares que le llevaron incluso a la suplencia en un par de ocasiones, en los primeros compases frente a la Ponferradina hizo un amago de abandonar el partido tras una dolencia que no le impidió sin embargo acabar el encuentro. La imagen del colombiano frenando en seco en carrera y con claros signos de lesión indicaban que iba a ser relevado de inmediato. El jugador y los servicios médicos decidieron continuar y el resultado de esa inconsciencia compartida deja al equipo aragonés sin su principal arma ofensiva.

El cuerpo técnico, que no se halla en el momeno más álgido de popularidad, ha estirado al máximo a Narváez. Juan Ignacio Martínez tendrá que buscar soluciones donde probablemente no las haya con la más que presumible inclusión de Nano Mesa en lugar del cafetero. Habrá más novedades en el once para jugar en Montilivi, con Chavarría y Francho de regreso a la alineación por Nieto y Zapater. Todo, absolutamente todo, queda condicionado a descubrir si el Real Zaragoza sabe reinventare sin Narváez, pero también a un cambio de rumbo en un rendimiento colectivo descendente en las últimas jornadas. A marcar antes que el rival, a presentar un centro del campo relevante físicamente, a diseñar una estrategia más acorde a los recursos y a no encajar primero, costumbre que le obliga a remar sin suficientes víveres hasta la orilla de los empates.

Un solo triunfo en once fechas aplasta cualquier teoría sobre un equipo capaz de un flirteo con los mejores. JIM va a tener que reiniciar el disco duro de su discurso y de sus planes, que contiene suficiente información sobre cómo evitar una catástrofe que tiene muy poco de natural. Una plantilla descompensada por incomparecencia de la directiva, un mensaje adulterado de optimismos y vacío de realidades. Y ahora sin Narváez. La falta de respeto a la afición ha sido la norma en este curso, a un público al que, como dice el entrenador, deben de darle alegrías en forma de triunfos. Ya no por gusto, sino por urgente y alarmante necesidad.

 

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