El mejor Real Zaragoza aragonés de la historia

Francho, Francés y en menor medida Iván Azón han despertado el sentido de pertenencia de una afición que, ante la falta de referentes externos y con un equipo reducido en sus objetivos a la lucha por la permanencia en Segunda, necesita regenerar sus esperanzas, depositar su ilusión en algún punto de encuentro común. Qué mejor que el futbolista joven de la casa que además da la talla y apunta a un porvenir más que prometedor. Se da la circunstancia, en nada baladí, que además de por sus incuestionables virtudes, los tres se han visto favorecidos en ese salto prematuro por la terrible situación económica de la institución y las restricciones económicas que sufre. En otra atmósfera más agradable, en otra época con compañeros de mayor nivel, se podría haber producido su aterrizaje, pero sin duda en nada tan veloz y urgente.

No ha sido sencillo para los aragoneses triunfar en el Real Zaragoza, una entidad cuya idiosincrasia y su buen gusto se forjó de fuera adentro, con una política de fichajes que priorizaba en el acierto con los extranjeros que debían marcar las diferencias y en una pulcra selección de piezas que brillaban en equipos sin gran nombre o cedidos que no conseguían una continuidad en clubes de pedigrí y buscaban una segunda oportunidad en el siempre atractivo escaparate de La Romareda. Pese a todo, a lo largo de su historia, en las diferentes plantillas han alcanzado notoriedad suficientes profesionales de la tierra como para formar un Real Zaragoza de pura raíz aragonesa y con un perfil fascinante por personalidades, títulos, internacionalidades en distintas categorías y por proyección en otros equipos.

Una formación titular con César Láinez, Belsué, Violeta, Pablo Alfaro, Villarroya, Güerri, Víctor Muñoz, Javier Planas, Cani, Lapetra y Bustillo sería difícil de mejorar, siempre, por supuesto, abierta a alguna preferencia personal, no a la categoría y los méritos de quienes la integran. Futbolistas aragoneses de diferentes generaciones reconocidos y admirados más allá de estas fronteras. Jugadores con una gran clase o capacidad competitiva. José Antonio Casajús (Biel, 27/03/1958), central y lateral izquierdo en los noventa y campeón de Copa en 1986, reconoce ese once aragonés como difícilmente mejorable. Casajús prefiere a Bustillo de delantero centro en lugar de Porta, que era la propuesta inicial, porque pese a que el de Villanueva de Gállego fuera Pichichi con el Granada, «Bustillo ma parecía más completo, un goleador habitual. Además, aunque su presencia fue testimonial, estuvo en el Barça y fue internacional absoluto». Destaca «el gran desplazamiento y la personalidad de Planas», lo bien que Güerri «guardaba la posición en el mediocentro y su capacidad para la recuperación en las disputas divididas», o «la magia de Carlos Lapetra con el balón». También subraya la capacidad de Villarroya «para actuar de lateral o interior…

Dentro de esa elección han de estar también futbolistas como Vitaller, Royo, Zapater, Juan Carlos Justes, García Sanjuán, Cuartero, Manuel Torres, Casajús, Lafita… Puede que alguno más por fidelidad y servicios prestados. Dirigidos todos por Víctor Fernández, claro.

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