El Real Zaragoza contra el récord de la apnea

Se ha empeñado el Real Zaragoza en bucear bajo las victorias sin el oxígeno de los puntos ni los goles, lo que este domingo le sitúa ante la posibilidad de batir un récord histórico en el fútbol profesional español si suma un empate contra el Mirandés (20.30): con nueve igualadas consecutivas, sería el único equipo en alcanzar semejante registro, tan lejos de los triunfos como de las derrotas con el matiz de que en una liga con tres puntos, semejante cadena de enroques son pasos atrás. Aun así sigue Juan Ignacio Martínez, que se uniría como entrenador a esa plusmarca, con la matraca de que tras ese escudo invencible respira un equipo de aspiraciones, un bloque sobre al que hay que mantener la fe en que un día saldrá a flote y ya no se bajará de la ola buena. Todo ese optimismo empieza a sonar algo infantil en un contexto muy preocupante, en una atmósfera disfrazada de buenos augurios pero cargada por el diablo. No se gana a nadie, solo se ha conseguido más de un tanto en Alcorcón, su defensa comete pocos pero fatales errores y La Romareda continúa vacía de una celebración a lo grande. Como no se pierde, de fondo suena una alegre canción que comienza a tener ligeras notas siniestras: el Girona, con un  gol de Stuani en el minuto 96, ha doblegado al Fuenlabrada (1-2) y devuelve al Real Zaragoza de momento a la franja del descenso de la que no saldrá con un empate.

En esta ocasión, el conjunto aragonés tendrá más deberes porque sin Juanjo Narváez ni Valentín Vada, que llevan entre ambos seis de las ocho dianas del equipo, se eleva imponente el interrogante de quién será el encargado de batir la portería del Mirandés. Álvaro Giménez, Nano Mesa e Iván Azón, los delanteros oficiales, no lo han logrado hasta el momento. Eguaras y Borja Sainz, de penalti, son los otros artilleros de un ejército que está gastando decenas de barriles de pólvora en fuegos artificiales. JIM está convencido de que esta vez le toca a alguien, «o a algún defensa», dijo el viernes para animar a la tropa. La cuestión es que asome el humor y el buen rollo con la inconfundible táctica del avestruz. Lo pasajero, lo casual y el infortunio han consumido sus fechas de caducidad: el Real Zaragoza dispone de una plantilla con déficits notables porque la propiedad es un desastre y Miguel Torrecilla tampoco es una eminencia de los fichajes. Entre bastidores se negocia la renovación del contrato del director deportivo más certero en dispararse al pie en la caza de goleadores.

Después de la revolución, pacífica según JIM, en el once presentado en Girona, se supone que para este encuentro volverán algunos de los que descansaron de principio en Montilivi. Entre ellos apuntan a estar Francés, Eguaras y quién sabe si Álvaro Giménez. Pero en estos tiempos es complicado intuir qué se le pasa por la cabeza al técnico. Podrían repetir Petrovic, quizás Azón y sería un milagro que no lo hiciera Bermejo, sobrino adoptivo del técnico por un extraño e invisible vínculo. Quien debería permanecer por encima de todos es Francho, el único que dota al conjunto aragonés de piernas y dinamismo a un centro del campo de tranco corto y lento… Lo que no cambiará así se parta el planeta en dos será el sistema, últimamente desdibujado, con un solo punta y una medular superpoblada. Ni la apuesta por alguien de la cantera en la citación pese a que haya futbolistas en el primer equipo prácticamente inutilizables.

El Mirandés es el tercer equipo más goleador y el segundo más goleado. Por una parte asusta y por otra ofrece un panorama alentador frente a un Real Zaragoza al que la hacen poco peligro y que apenas asusta en ataque. Es decir que lo comido por lo servido. JIM, como cuenta en cuanto puede, ha enseñado cantidad de vídeos a la muchachada en una especie de reuniones psicológicas en grupo para que cada uno aporte su experiencia y sus notas correctoras. Como reparar la falta de acierto rematador da para poca conversación porque es una cuestión de hechos mayormente individuales, la prioridad se centra en cómo evitar que el enemigo marque en el par de ocasiones que pisa el área, por lo general para adelantarse, un trabajo colectivo y de elevados compromisos. Todo apunta a que el jovencísimo equipo de Lolo Escobar sufra algún desmayo en defensa, pero también a que su mordedura ofensiva no se haya rebajado un ápice pese a las dos derrotas consecutivas que ha sufrido en casa.

El Real Zaragoza y La Romareda necesitan un triunfo por muchas razones, la principal para ir avanzando hacia la permanencia, ahora mismo el objetivo más real y próximo, el mismo que se ha propuesto el Mirandés, dos puntos por encima en la clasificación. En caso de empate sería imposible presentarlo como un resultado de paciente espera para una futura reacción: sería la confirmación de un récord de apnea con todas las probabilidades de que el conjunto aragonés no vuelva a salir a la superficie. La segunda victoria de la temporada , sin embargo, le permitiría escalar un mínimo de tres posiciones en la tabla. Esa es la monumental diferencia entre ganar o creerte que lo has hecho porque no pierdes.

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