Francés, el arte de lo sencillo

El rascacielos de la profesionalidad exige subir de planta en planta. Se puede conseguir con una explosión de talento sublime o, como ocurre con Alejandro Francés, sin hacer ruido, racionalizando las virtudes junto a los esfuerzos como epicentro de la corrección. La calidad no solo se mide por el manejo espectacular del balón o el desborde, sobre todo si se ocupa plaza en el centro de la defensa, sino por la continuada y puntual toma de decisiones apropiadas. Con 18 años, lo espectacular del defensa reside en cómo gestiona cada movimiento en el campo, en su forma de interpretar el instante que merece su intervención para fijar a los delanteros o para anticiparse por tierra y aire. Si se persona en la jugada, lo hace previo estudio sobre cuál es lo adecuado. Sin gestos grandilocuentes, con las tablas de un veterano, en perfecta armonía con Jair. Frente al Tenerife no tuvo mucho trabajo en la primera parte, salvo dejar en blanco a Fran Sol, lo que no es poca cosa. En la segunda desplegó el arte de lo sencillo que le distingue en la lectura de coberturas, apoyos e intervenciones al límite. Siguió eclipsando a un punta tan poderoso y con recursos como Sol, mantuvo a raya a Álex Bermejo en algún reto y examinó su saber estar con la entrada al campo de Samuel Shashoua, un futbolista de notable verticalidad que le quiso hacer bailar agarrado a su cintura. No hubo alguien capaz de superarle. Frío pero siempre en combustión, a Francés le reconocen sus compañeros como un líder y si se sienten apurados, le buscan. Tiene genio, contundencia y un desplazamiento largo muy interesante. Su mapa de calor, siempre por la derecha de la retaguardia, es tierra quemada para quien pretenda lucirse. En lo alto del rascacielos se le espera porque se escuchan su firmes pasos muy cerca.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *