JIM cumple su primera temporada huyendo de la derrota

Al final del encuentro frente al Amorebieta en Lezama, Juan Ignacio Martínez cumplió su primera temporada completa en el Real Zaragoza. Desde que debutara en Liga frente al Lugo el 19 de diciembre de 2020 hasta el último partido contra el equipo vizcaíno han trascurrido 42 partidos con una seña de identidad muy reconocible: huir de la derrota a toda costa. El curso anterior se marcó esa pauta con la necesidad de ganar para evitar un descenso y lo consiguió sumando diez victorias con la particularidad de que la mayoría las firmó contra clubes de la clase media-alta de la clasificación (Ponferradina. Málaga, Mirandés, Fuenlabrada, Málaga, Almería y Las Palmas) mientras que se le atragantaron los de su particular campeonato por la permanencia (Albacete, Alcorcón, Sabadell, Logroñés, Cartagena y Lugo). El fin justificaba los medios de un conjunto sin gol que, con el nuevo entrenador, evitó la caída a Segunda B armándose hasta los dientes con una plantilla con pocos argumentos defensivos a la que hubo que reconducir hacia el máximo pragmatismo. Fueron varios milagros en uno.

En el curso actual, con otro vestuario construido sobre vigas inestables en la medular y en ataque, el técnico ha intentado dotar de otro perfil al Real Zaragoza, el que soñó antes de los daños colaterales que produjo en el simulacro de la compraventa. En 18 jornadas resulta casi imposible dar una descripción exacta sobre qué tipo de equipo es. Hay, sin embargo, varios denominadores en común con el de la campaña anterior: ve la portería de lejos y mantiene a distancia a sus rivales de la suya. Y no pierde ni aunque se lo proponga, un detalle que tiene mucho que ver con la personalidad deportiva del entrenador alicantino, de indudable carácter conservador en parte porque se lo pide en cuerpo y sobre todo porque aun con sus efervescentes mensajes de optimismo en primera plana pública, desconfía de sus futbolistas en privado. Los cambios constantes en las alineaciones (no ha repetido once una sola vez), muchos de ellos por decisión personal como el baile de san Vito en el centro del campo, la búsqueda de un delantero fiable o situar a Francés de lateral descubren sus dudas. Su confianza plena se reduce a la línea defensiva, y a Francho, Nano Mesa y un Bermejo que tiene apadrinado no se sabe bien por qué razón. Los goles de Álvaro Giménez le han incluido en esa lista.

De 42 encuentros ha ganado 14, ha perdido tan sólo 10 y ha empatado 18. Gana poco y pierde menos, pero las igualadas, sobre todo este ejercicio, están suponiendo un lastre precisamente por la dificultad para sumar de tres en tres. Frente al Amorebieta quizás se detecto al JIM más confuso, menos atrevido, más lento de reflejos en la toma de decisiones. Con un jugador más durante 22 minutos sin contar el alargue, no pareció hacerle ascos al punto ante un recién ascendido como lo son el Ibiza y la Real Sociedad, a los que tampoco venció. Una temporada completa (24+18) hablan de entrenador muy condicionado por el vuelo de corto de las plantillas, preso en ocasiones de su pánico a la derrota y satisfecho si no se produce. Su forma de actuar, y quizás sea de nuevo la correcta Amorebieta al margen, es la de alguien que predica estar lo más arriba posible sintiendo un vértigo atroz.

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