Jugar con la verdad y nada más que la verdad

Con 7 puntos de 21 posibles cualquier entrenador, equipo y afición estarían si no de uñas al menos sí muy preocupados. En el Real Zaragoza, no. Ni siquiera se menta ya a la directiva porque ha logrado evaporarse entre el consentimiento general a su inclasificable gestión, que no ha sido otra que intermediar para retrasar cobros, vender futbolistas, domesticar a gran parte de la prensa local y querer huir con beneficios de un club en ruina a costa de una compraventa ficticia. El mensaje propagandístico deriva hacia un rendimiento deportivo que mejora con creces al de la temporada pasada, motivo, según parece, ilusionante. Y todo esto con el objetivo de estar entre los seis primeros por obligación con el árbol genealógico, robusto por su pasado y que en las nueve últimas temporadas sobrevive sin una sola gota de agua. Hasta que, si no se pone remedio, se marchite por completo. Pero todo está bien porque se crean un buen número de ocasiones que algún día se transformarán en goles por una inversión de la ley de Murphy y el fútbol roza lo maravilloso en las botas mágicas de Eguaras. Mientras, en defensa cualquier gato que pasa por el callejón marca.

Hay algo de cierto en que el Real Zaragoza ha dominado todos los partidos y en que fluye durante parte de los encuentros como un bloque atractivo, pero si está en los últimos escalones de la clasificación no es porque el profesor le tenga manía. No ve puerta –es el único equipo sin goles de sus atacantes de referencia–, la suya está demasiado abierta y en el centro del campo apenas hay relevos de garantías para Francho, Zapater y Eguaras. Nada es casual: el Real Zaragoza se ha enfrentado a rivales de corte medio-bajo y ofrece señales de una planificación bochornosa, de fichajes de dudosa o ninguna productividad y de la confección de una plantilla que se reduce a 16 jugadores útiles de verdad porque no dan más de sí o porque el entrenador no cuentan con la confianza del técnico. Cristian, Jair, algo de Gámez y Chavarría, Francés, Francho, Zapater donde no debería estar pero donde debe estar como capitán general, Narváez y Azón. Se espera con mucho mayor peso específico a Nano Mesa, a Borja Sainz y a Vada. Pare usted de contar.

El discurso oficial es que con el primer gol llegarán el resto, y con el primer triunfo, una aproximación a las posiciones altas de la tabla y la confirmación de que hay material suficiente para luchar por lo máximo. Como los milagros se suceden en el Real Zaragoza desde que está abonado en Segunda sin que el grande, el ascenso, nunca le alcance, es posible que si da continuidad a su actual rendimiento logre hacer una temporada decorosa sin pasar grandes apuros. Lo de la pomada, como chirigota o en serio, ya ha caducado aunque quede todo el curso por delante porque también por encima de las sensaciones y los deseos planea la verdad por mucho que se quiera negar o manipular. La suma de tres en tres, por lo tanto, ha de enfocarse sobre la planificación de la realidad, no de los presentimientos o las sensaciones. También sobre un exhaustivo trabajo defensivo, innegociable y mucho más cuando las cuentas atacantes no salen.

Este sábado La Romareda se abre al cien por cien de su aforo. La noticia, en primer lugar, hay que valorarla como bien social, no sólo como conquista deportiva. Ya dentro de su vetusta y cochambrosa por abandonada estructura, la afición tiene dos opciones: acudir a animar el equipo, que es su principal naturaleza, o también, sin que distraiga a los jugadores, a hacerle saber en cada partido a la Fundación con contundencia, perseverancia y razones que tienen la propiedad económica del club, no la intelectual, y exigirle como mínimo la máxima visibilidad de su administración. El seguidor puede adquirir un papel principal en esas reivindicaciones o acomodarse en su asiento y aplaudir al viento mientras el castillo de naipes se va derrumbando. Al final las palabras de Zapater resultarán proféticas: «El Real Zaragoza será lo que su afición quiera».

Se busca el primer triunfo en casa frente al Real Oviedo (18.15)  sin que antes se haya podido conseguir ante Ibiza, Cartagena y Real Sociedad B, dos de ellos recién ascendidos. El encuentro, después del incongruente planteamiento y posteriores rectificaciones del Anxo Carro por parte de Juan Ignacio Martínez, apunta a la normalidad en el once, donde tendría que repetir Azón sin que haya garantías de que el técnico lo considere. Gámez volverá al lateral derecho, Francés al eje de la defensa, Chavarría a su carril zurdo, Narváez a su libertad incondicional para barrer todo el frente de ataque en busca de mejor fortuna en sus disparos y queda pendiente el nombre del 9 de referencia. El equipo del Cuco Ziganda es el mejor en años y sólo ha caído en Almería. Domina con autoridad el juego aéreo defensivo liderado por Davis Costas, para ganarle hay que hacer un máster y aunque arriba le falta Obeng por expulsión cuenta con Borja Bastón como relevo y otro Borja, Sánchez, muy desequilibrante en las transiciones. Narváez ha dicho esta semana que con tres puntos más igualarían al propio Oviedo y mirarían hacia arriba para pelear por subir. Una medio verdad más es este falso mercadillo de los optimismos baratos. Hay que jugar con la verdad y nada más que la verdad. Ser mejor en ataque, defensa y en el mediocampo para acumular 10 puntos de 24 y que las preocupaciones, quien las tenga, se reduzcan. De lo contrario, la crisis se llamará por su nombre sin posibilidad de ocultarla.

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