La alargada sombra del ex

Cada vez que un ex aparece por la puerta de la próxima jornada, por la sangre corre un mal presentimiento. Juegue en la posición que juegue, se teme que, de alguna manera, vaya o quiera amargar al equipo que un día defendió o incluso donde fue leyenda. Este sábado vienen a La Romareda Jorge Pombo y Borja Bastón, y todo apunta a que uno o los dos serán titulares con el Real Oviedo. El primero, un prometedor canterano exiliado en busca de mejor fortuna y el segundo un goleador que aportó 22 tantos al Real Zaragoza para que luchará por el playoff en la temporada 2013-2014, fase final de la que se ausentó por una rotura fibrilar. Con el aforo disponible al cien por cien por primera vez desde que se establecieron las restricciones de acceso de público a los estadios a causa de la pandemia, las figuras de dos antiguos jugadores de la casa serán observadas con lupa y cierto recelo. Los agoreros sembrarán la desdicha en cuanto les vean sobre el césped.

La razón acompaña a los temerosos de Dios porque y sus designios porque áun está tierno en el recuerdo aquella lanza clavada por Pape Diamanka en el encuentro de vuelta de 2017-2008, la de la espectacular remontada con Natxo González en el banco. El senegalés había hecho una parada sin demasiado ruido en La Romareda en la 2015-2016 que finalizó con el bochorno de Palamós, donde por cierto fue titular. Después del empate relámpago en Los Pajaritos (1-1), donde en un minuto, del 4 al 5, marcaron Zapater y Guillermo, el segundo encuentro se afrontó como una fiesta de inevitable final feliz para seguir en la lucha. Íñigo Pérez disparó todas las alarmas y Mikel González las desconectó al igualar la eliminatoria de nuevo. Pero con el tiempo a punto de consumirse, la tragedia: Diamanka apareció sin marca muy cerca de Cristian Álvarez y cabeceó dentro el 1-2. La Romareda se transformó en un océano de lágrimas, de miles de almas abrazadas al oleaje del desconsuelo. «Tenía que ser Diamanka» se escuchaba por los pasillos mientras la afición desfilaba de riguroso luto hacia sus hogares.

En la historia del Real Zaragoza, un club por lo general de paso para los grandes artilleros que casi siempre ha sabido captar, hay más de una veintena de ejemplos de que noy hay peor cuña que de la propia madera. A nadie se le amó tanto como Juan Eduardo Esnáider y nadie hizo tanto daño vistiendo otra casaca. Uno de los héroes de la Recopa, idolatrado aún en la distancia, ha sido el futbolista que después de formar parte del conjunto aragonés más puñales le ha clavado. Con el Atlético de Madrid marcó en la ida y en la vuelta de la 96-97 (5-1 y 2-3) y con el Espanyol, en la 97-98 igualó la diana de Garitano (1-1) para un año después hacer el tercero de los periquitos también en el Municipal (0-3). La música para Gardel era lo primero. En esta etapa interminable de Segunda División, Alfredo Ortuño ha sido puro veneno. Con el Cádiz una vez y con el Real Oviedo en tres ocasiones, la última del del 2-4 con Víctor Fernández en el banquillo, el trotamundos murciano vio puerta para desgracia de un Real Zaragoza en el que militó un solo curso, el 2015-2016. Su desapego al asentamiento jamás le ha hecho perder la esencia de un dedredador bastante útil aun en su irregularidad.

El último en parecer en ese doloroso escenario fue Juan Muñoz en un último encuentro de la temporada pasada sin nada en juego para los blanquillos. Firmó el tercer gol del 0-5 para el Leganés confirmando que el Real Zaragoza le inspira. En el ejercicio 2018-2019 solo Luis Suárez con un doblete impidió que el Alcorcón se llevará un triunfo al que había puesto rumbo con un par de tantos de Muñoz. En esta categoría maldita, el conjunto aragonés ha recibido bofetadas familiares muy singulares. De Gafoor con el Numancia, un central que no llegó a debutar con la primer plantilla, o de Culio, aquel sosías de Judas fichado del Las Palmas que después de pasar sin pena ni gloria ni goles por Zaragoza marchó al Mallorca con tiempo suficiente para hacerle uno a su exequipo con el Mallorca. Pedro para dar un empate al Granada en Zaragoza y una victoria al Deportivo en el Municipal; Álvaro Vázquez con el Sporting en un terrible 4-0 en El Molinón…

Nombres más ilustres, la mayoría de ellos grabados con letras de oro en el museo zaragocista, también ha hecho pupa una vez finalizada su etapa en equipo del león. Juan Seminario, el único Pichichi con que cuenta el club, batió a Yarza para encaminar el triunfo del Barça por 2-0 un 20 de diciembre de 1964. Bustillo afiló su colmillo frente al Real Zaragoza con el Málaga en dos partidos; Lobo Diarte en tres, una con el Valencia y dos con el Betis; Amarilla en una con el Barcelona; Pichi Alonso rubricó un doblete con el Espanyol; Jorge Valdano superó a Cedrún con el Madrid por dos veces, al igual que Miguel Pardeza, aunque el onubense en el mismo encuentro antes de regresar a La Romareda, con un final impactante tras haber chocado al propio delantero con el guardameta, que se negaba a abandonar el campo con la cabeza ensangrentada.

Rubén Sosa estuvo a punto de amargar la temporada de su exequipo en Las Gaunas, donde se desplazó el zaragocismo en masa para iniciar una reacción obligada para evitar el descenso en 1997, con el dulce sabor de la Recopa a la vuelta de la esquina. Había que ganar pero el Principito empató, marcador que evitó Poyet en el último minuto entre la catasis de la afición. Fernnando Cáceres, quién lo iba a decir, José Ignacio y Gustavo López con el Celta, Morientes con el Madrid, Dani García Lara con el Barcelona, el Kily con el Valencia con un doblete, David Villa con el Valencia (dos veces) y el Barça, Mate Bilic con el Sporting, Cani con el Villarreal, Sergio García con el Espanyol y Arizmendi con el Mallorca… Pero de todas ellas, sin duda, la sombra más alargada es la Diamanka. Como para no sospechar este sábado de Pombo y Borja Bastón.

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