La Fundación y el cuento de sus cuentas

La ingeniería financiera del Real Zaragoza para ir rebajando la deuda heredada tras las gestiones de Alfonso Soláns júnior y Agapito Iglesias no permitirá a la Fundación figurar jamás en la lista de candidatos al premio Nobel de Economía. En la Junta General Ordinaria de Accionistas que se celebrará el 21 de diciembre presentará 2,964 millones de euros de beneficio neto y un déficit global reducido a poco más de 68 millones. La actual propiedad reconoció que en su llegada se hizo cargo de 107 millones de agujero en la tesorería del club, por lo que, a simple vista, su trabajo estaría siendo correcto. Ahora bien, en el fondo, el proceso se limita a la austera aplicación de una economía de guerra, ajena a inversión particular alguna de gran calado, con César Alierta muy a la cabeza de esas aportaciones personales, y a la presentación de avales en la solicitud de créditos para ir saliendo a duras penas del paso. La prórroga de pagos a Hacienda y a los acreedores han sido otras de las herramientas para aplazar responsabilidades, a la que ahora se espera añadir los fondos del acuerdo entre LaLiga y CVC para hacer frente al retraso en las nóminas de personal del mes de octubre.

En ocho años al frente de la institución, el gran pilar de esa supervivencia han sido y son los traspasos u opciones de compra de jugadores cedidos, una cantidad cercana a los 20 millones por Jesús Vallejo, Diego Rico, Pep Biel, Alberto Soro, Raúl Guti y Jorge Pombo. En la puerta de salida, abierta de par en par, se encuentran para próximas operaciones Francés y Francho. Si ese capital, o parte de él, se hubiera invertido para construir una plantilla con posibilidades reales de ascenso, la única vía para oxigenar casi de forma definitiva esa asfixia de patrimonio, tendría sentido semejante diáspora consentida, pero los fracasos se han sucedido y la consecuencia no es otra que la abrumadora descapitalización deportiva de la entidad. El Real Zaragoza continúa así en una espiral cuyo objetivo principal orbita alrededor de un grupo de empresarios sin mas apego que sus propios intereses comerciales. En el tenebroso proceso de compraventa se ha podido comprobar que todos los miembros tenía la intención de ganar dinero o poder con una operación frustrada, paralizada o ¿inexistente?

El consenso municipal para la remodelación o construcción de una nueva Romareda (esta última opción, a la espera de conocerse el viernes los planes concretos de los partidos políticos, parece la más factible), dibuja un nuevo escenario para los dueños del club. La izquierda exige la implicación del Real Zaragoza en la financiación, que debería implicar además a administraciones públicas y socios privados. Mientras se perfila ese proyecto que, por fin, tiene todas las trazas de salir adelante, la Fundación se mantiene a la expectativa del que ha sido desde el primer día su sueño dorado. Eso sí, con el equipo en Segunda y vendiendo las joyas de la familia zaragocista con tal de justificar su misión mesiánica.

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