La salvación de Real Zaragoza se traslada de los pies a la cabeza

Juan Ignacio Martínez trabaja en la única dirección correcta, en relativizar los innegables peligros que acechan y en procesar la distensión desinfectándola de presiones insanas, sin distancias en el compromiso

 

Hay que partir de la base de que la plantilla del Real Zaragoza está compuesta por futbolistas con personalidades vulnerables, muy dependiente de la suma de jugadores que, por lo menos hasta le llegada de Juan Ignacio Martínez, no se han sentido parte de un todo. Al no sobrar tampoco el talento individual, el círculo se cierra ante respuestas negativas, la principal la de los resultados, y otras no menos importantes como las lesiones prolongadas. La descompensación de la estructura del edificio humano, reflejada en la nefasta interpretación que se hizo en verano de las necesidades para competir y el fracaso personal de no pocos piezas del puzzle han situado al conjunto aragonés en una tesitura muy cercana al abismo. No digamos la sucesión de entrenadores y la confusión que provoca en la unidad del grupo, en tensión y aprendizaje constante de diferentes metodologías. La ambigüedad de los objetivos también ha jugado su papel. El Real Zaragoza arranca sobre una meta de obligación histórica de ascenso pero sin los recursos financieros adecuados para afrontar esa empresa, lo que pervierte la atmósfera y confunde por completo el tejido del zaragocismo y, principalmente, de sus protagonistas. Ahora en el horizonte solo se contempla la salvación de la categoría, un contraste brutal sobre el destino establecido, un escenario que fuerza a resetearlo todo sobre la marcha con la dificultad que implica esa reordenación mental. Si añadimos a ese cóctel pérfido una propiedad invisible e insustancial que quiere empatizar con la afición con continuos mensajes de las limitaciones económicas mientras otros clubes rinden por encima con parecidas o idénticas restricciones, la bomba sobrevuela descontrolada por encima de cualquier tipo de justificación. Las múltiples desconexiones, acentuadas por la imposibilidad de que el público se persone en La Romareda o en los desplazamientos a causa de la pandemia, ha aumentado el distanciamiento físico aunque perviva el emocional, el de la pertenencia. El cierre del mercado invernal tampoco ha ayudado mucho como herramienta correctora, por lo que el Real Zaragoza tendrá que reinventarse sobre sí mismo en un ejercicio mental que implica el impulso de la colectividad frente a la tentación de posibles depresiones. Un solo desertor de esa práctica tribal provocará un grave perjuicio, porque la Liga que va a disputar en esta recta final cuenta con rivales adiestrados para la permanencia y para interpretar códigos adversos sin excesivos traumas.

El futbolista se encuentra dentro de un ecosistema de acompañamiento, pero no dejar de ser un elemento peculiar y exclusivo que responde a estímulos de carácter, educativos, culturales y de la compresión y aceptación del deporte como un terreno para el disfrute pero ligado a un fuerte aceptación de sus ineludibles compromisos profesionales. Cada uno es un universo, pero cuando en ese espacio las estrellas apenas brillan, el egoísmo carece de sentido. Juan Ignacio Martínez trabaja en esa dirección, en relativizar los innegables peligros que acechan y en procesar la distensión desinfectándola de presiones insanas. Vamos a analizar a sus principales jugadores, a un bloque que el entrenador ya ha presentado en sociedad en las alineaciones, cómo son, cómo responden y de qué manera se les puede integrar en una misión de numerosas complejidades.

Cristian: El argentino es el único que presenta un nítido perfil de líder. En el campo y frente a los micrófonos, todo lo que elabora lo genera desde el sentido común y la resta de discursos manidos. Crítico consigo mismo sin pudores, ejemplariza en un instante que pide verdades y aconseja huir de los victimismos. Nota mental: 10

Vigarary: Las lesiones le impiden expresarse como lateral de largo recorrido, esfuerzos que administra y que le suelen pasar factura con el paso de los minutos. Estamos ante un portento físico condicionado, pero también frente a un futbolista clave para dotar de viveza a un juego exterior casi inexistente. Nota mental: 7

Francés: Su evolución en este contexto de continua exposición a la amenaza ha sido espectacular. Se ha ganado la titularidad desde la reducción de los riegos, con una versátil y eficaz forma de intervenir según las exigencias del guión. Rezuma veteranía y una lectura casi siempre correcta de sus intervenciones con finura o contundencia. Y muy pocas cosas le afectan, algo de gran valor dentro de una comunidad que necesita personalidades firmes. Nota mental: 8

Jair: El portugués es un central a mitad de camino. Por arriba impone una jerarquía incontestable, una virtud gigante en esta categoría que busca los caminos cortos del balón parado para compensar la poca calidad de las transiciones. Con pierna larga e intensidad, sin embargo con la pelota en los pies no se encuentra tan cómodo. Que el Real Zaragoza haya variado hacia el desplazamiento le beneficia. Nota mental 7

Chavarría: Un agitador de carril que se atreve con las diagonales y con el disparo y cuyo pulso competitivo suele ser muy regular. Como Vigaray, ensancha el campo y lo estira cuando se aventura en vertical. Como Vigaray, tiene que precisar mejor los centros al llegar al fondo. Constante, tiene un pero: defensivamente en alguna ocasión olvida la espalda o se muestra condescendiente. Nota mental: 7

Eguaras: En es posición por delante de la defensa y con traslaciones breves, sin esfuerzos por delante, ejecuta un interesante papel de correcta puesta en escena en el inicio de la jugada. Con Francho un par de metros más arriba, se siente cómodo ofreciéndole el bastón de mando. Lo que gana en tranquilidad lo pierde el equipo en pase final, pero esa reconversión no le sienta mal aunque de vez en cuando pierda balones inncesarios. Nota mental: 6

Francho: Se ha hecho con el mando desde la inteligencia. Abarca campo desde el ofrecimiento y la presión y asume la dirección con la ambición que siempre le ha caracterizado y una lúcida lectura entre líneas. No se arruga jamás, juega fácil y mejora a los de su alrededor. También se atreve a lanzarse y a llegar. En este sentido, su aportación no es mucha en un equipo que a partir de tres cuartos se desinfla. Nota mental: 8

Zanimacchia: La ansiedad por correr por el mero hecho de correr y su histeria en las decisiones finales presentan a un jugador tan honrado como limitado con el esférico, Carece de gol y de llegada y por la banda tampoco desborda. Si JIM piensa seguir contando con él, tiene una labor ingente. Nota mental: 4

Narváez: Es un animal salvaje con todo lo que ello implica. Sale de caza siempre pero no siempre caza. Esa voracidad le ha permitido ser el máximo goleador de un conjunto sin gol que le tiene, por el momento, como único representate ofensivo con garantías. Velocidad, buena pegada, notable juego de espaldas y listo. Se desenvuelve mejor cuanto más protagonista es, y en el costado izquierdo no se siente feliz del todo, por eso eso se deja ver por otros espacios atacantes. Nota mental: 8

Bermejo: Ha brillado un poco más de enganche. Tiene una conducción exquisita pero escasa que combina con clarividencia al filtrar pases terminales. Le falta no obstante continuidad competitiva y algo de físico, y los rivales le desactivan con cierta facilidad. Un jugador de momentos cuando es necesario el todo. Nota mental: 5

Alegría: Sin duda, un delantero de área. Fuera de esas fronteras, pierde pujanza aunque de espaldas oxigene los tiempos de posesión. Es un goleador no demasiado relacionado con el gol y necesita que le alimenten. Nota mental: 6

Del resto del equipo, tan solo Ivan Azón y Zapater poseen fortaleza psicológica a la espera de conocer con exactitud lo que pueden aportar en este sentido Peybernes y Sanabria, mientras que hay un rosario de penitentes considerable bien por lesiones bien falta de aclimatación, cualidades o de confianza. Adrián, Tejero, Igbekeme, Larrazabal, Nieto, Ros y no digamos ya Vuckic apenas representan papeles testimoniales en un Real Zaragoza que los necesita tanto o más que a cualquiera en la medida de lo que pueda aportar cada uno. Incluido, sí, El Toro. Porque no está la situación para despreciar a nadie sino para explotarlo todo por muy imposible que parezca. La salvación pasa por ser un equipo sin distancias en el compromiso.

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