Su trascendencia y protagonismo han sido mayores cuando ha asumido la responsabilidad de punta único, con acciones y goles de delantero centro
A la espera de lo que sea capaz de producir Álex Alegría, y teniendo en cuenta que Iván Azón ha sido relegado a la tercera fila de la delantera por detrás de El Toro Fernández, el rendimiento de Juanjo Narváez es el más alto en ataque con enorme diferencia. No solo por los seis goles que ha marcado, sino por otro dato relevante que rebela que su trascendencia y protagonismo han sido mayores cuando ha asumido la responsabilidad de punta único, en solitario. Lo que está claro es que hay una serie de combinaciones imposibles, y en todas aparece Gabriel Fernández, el futbolista que Juan Ignacio Martínez ha tomado como referencia en el área y que tiene los días o las horas contadas en la titularidad. Lo que está por descubrir es si su presumible heredero en esa posición, Alegría, no se convertirá también en obstáculo más para el cafetero, acostado a la banda izquierda de salida en los partidos.
Narváez no es un futbolista con una regularidad abrumadora, más bien lo contrario. Se debe en gran parte a la posición que ocupa, algo lejos del foco principal del juego, a molestias que han ido condicionando su rendimiento y, sin duda, al hecho de que otros compañeros de ataque le resten protagonismo. Protege la pelota de espaldas con vehemencia y eficacia, se ofrece con insistencia, busca los espacios despejados para despegar hacia arriba con verticalidad, posee un disparo violento y muy bien dirigido, asiste con mirada alta y también es un cabeceador potable. ¿Podría ser un 9? Quizás, pero en este Real Zaragoza puede ejercer como tal siempre y cuando por los caminos que ataque no circule nadie más. Su tendencia a irse hacia adentro provoca una incompatibilidad si no colisiones con El Toro, que le resulta incómodo con su destartalada ansiedad. Su familiarización con Alegría está por comprobar, una sociedad condenada a entenderse por obligación. Con el único, por ahora, que tiene algo de empatía es con Bermejo, quien actúa cerca de su campo de acción sin entrometerse.
Los dos goles de Narváez contra el Girona
El colombiano marcó el gol de la victoria contra el Albacete en el compromiso de ida en el minuto 88, después de que Baraja sentara a El Toro en el 71. Frente al Girona, cuando todo estaba perdido, el uruguayo salió desde el banquillo pero fue Narváez quien con dos cabezazos salvó un punto en los últimos minutos. Ante la Ponferradina, de nuevo solo arriba, adelantó al equipo de Iván Martínez antes de la remontada de los leoneses. Ante el Fuenlabrada, esta vez con Azón a su lado, logró el tanto del triunfo con un taconazo maravilloso de espaldas a la portería. Su última diana la firmó de penalti en el triunfo sobre el Logroñés y en Albacete no aumentó su cuenta porque un lanzamiento de perfecta ejecución fue escupido por el poste.
Esa media docena de tantos definen a Narváez como ariete. Todos los logra desde posiciones centradas y próximo al área pequeña, apareciendo para finalizar asistencias laterales o para inventarse soluciones personales. En Ponferrada perforó la portería desde fuera con la templanza y puntería de un francotirador, lo que no pudo en Anduva, donde una acción calcada acabó en la madera. Si contase con una segunda línea más incisiva y realizadora y con una mayor colaboración desde los extremos en forma de pases, nadie le discutiría como delantero centro.