¿Quién hará de Judas con JIM?

La afición despidió ayer a la directiva con una bronca. No lo hizo ni con el equipo ni con el entrenador, claro indicador de que reconoce a los culpables directos de la triste realidad actual. ¿Pero qué es la Fundación más que un ente compuesto por caretas venecianas, de personajes sin rostro, de administradores invisibles cuya único deseo es dejar el Real Zaragoza y que de vez en cuando habla por la voz servil de Christian Lapetra? Ahora mismo todos los componentes de este clan están absolutamente desautorizados para tomar decisiones deportivas, al menos en público. Además siempre se han lavado las manos cuando alguien ha salido por la puerta de atrás, delegando en el responsable al cargo de la ejecución. Lo que resulta intolerable es que ese funcionario, Luis Carlos Cuartero, se esconda tras la misma cortina de silencios tejida por sus superiores y en algunos casos íntimos amigos. Aun así, en esa trastienda conspirativa, ya le están preparando la última cena a Juan Ignacio Martínez por mucho milagro que haya obrado.

Si el Real Zaragoza no gana en sus dos próximos partidos, lo lógico es que el entrenador alicantino pase a mejor vida porque la falta de victorias haría insostenible su continuidad, pero, sobre todo, porque la directiva necesita salir del foco cuanto antes, y mantener el puesto la figura mesiánica de JIM no le resulta ya rentable. Un ejercicio de distracción con un nuevo responsable del banquillo siempre suele ser efectivo para desviar la atención por mucho que Juan Ignacio Martínez se haya ganado las simpatías y en no pocos casos la adoración de la hinchada. Que sus días estén contados si el equipo no vence sería, en una coyuntura normalizada, algo natural. Sin embargo está tan viciada la atmósfera en un club sin líderes, en una institución momificada de autoridades grises, que no va resultar sencillo establecer una fecha de caducidad para alguien que evitó una catástrofe histórica. Pese a la retahíla de empates que han conducido a la zona de descenso, su tozudez con un sistema que no funciona y decisiones muy poco consecuentes en los cambios, la gente le quiere y le respeta.

Ahora bien, si se produce su destitución, es muy probable que para la Fundación haya un antes y un después en la ya de por sí deteriorada imagen de sus miembros a nivel colectivo e individual. O no, puesto que han saltado con elegante desdén todas las barreras del desprestigio y la vergüenza. Lo que resultará todo un espectáculo es saber quién le hará las maletas a Juan Ignacio Martínez si se da el caso. ¿Su amigo y valedor Miguel Torrecilla, un genio de la dirección deportiva? ¿Luis Carlos Cuartero, el rey pasmado? ¿Christian Lapetra, el presidente de la Comunidad Montepinar? ¿O se hará un breve comunicado en la página web agradeciendo los servicios prestados del alicantino? Que no sea por falta de Judas.

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