Santi Aragón y el Viejo Oeste

El gran director del equipo de la Recopa y prototipo histórico  del futbolista que busca una segunda oportunidad en el Real Zaragoza, cumple hoy 53 años

El Real Zaragoza tiene un afinidad con el Viejo Oeste: es una tierra de oportunidades, un nación sin fronteras donde jóvenes aventureros, almas sin paraíso y nómadas en busca de un hogar definitivo han encontrado su lugar. Un nuevo mundo. A lo largo de su historia, todas sus plantillas han estado compuestas por este perfil de jugadores entre las ilusiones del oriente y el poniente dorado de sus carreras. Para no pocos ha supuesto una dulce estación en su viaje migratorio. Desde su nacimiento hasta hoy, el club ha formado conjuntos bajo este patrón multicultural, y el más representativo de esta particular forma de vivir el fútbol ha sido el equipo que ganó la Recopa en 1995.

En aquella caravana que fue llegando desde principio de los noventa (e incluso antes), todos procedían de un pasado con puertas por cerrar o con las inquietudes de un presente por descubrir. Cedrún venía de un Athletic donde la sombra de Zubizarreta era demasiado alargada y sin cumplir el sueño de hacerse con la portería de su padre Carmelo; Belsué, formado en el Stadium Casablanca, tuvo que hacerse valer en el Andorra para que se fijaran en él; Aguado, cuyo anhelo era jugar a baloncesto en el el Joventut para después decidirse por el fútbol tras una prueba con el Sabadell, echo raíces en La Romareda cedido por el equipo arlequinado mientras hacía el servicio militar en la base aérea de Zaragoza; Cáceres ya había destacado en Argentinos Juniors y River Plate cuando dio el salto a Europa; Solana traía bajo el brazo diez títulos con el Real Madrid entre Ligas, Uefa, Copa y Supercopas; Nayim, formado en el Barça, había emigrado de la mano de Tery Venables al Tottenham para brillar en la Premier, sobre todo en los duelos fratricidas con el Arsenal; Poyet apareció como delantero centro desde el Grenoble de la Ligue 2; Pardeza claudicó frente al mito de Butragueño y abandonó el nido de su quinta; Higuera ya se había hecho un nombre en un Mallorca que le venía pequeño, y Esnáider, una joya en bruto y por pulir, fue cedido junto a Juanmi por el Real Madrid. José Aurelio Gay, forjado en el Castilla, trasladó su elegancia desde el Espanyol…

De todos ellos, Santiago Aragón, que hoy cumple 53 años, representaba el prototipo perfecto de esta generación de bohemios con la gloria pisándoles los talones. El Real Madrid, a quien regaló un espectacular gol desde el centro del campo en una Superpoca contra el Barça, le hizo girar a préstamo por Espanyol, Logroñés, Valladolid y, por fin, al Real Zaragoza, lienzo en el que pudo expresar su arte con libertad. Se presentó en sociedad con un maravilloso gol ante el Tenerife (el más bonito de su trayectoria, según reconoce siempre el centrocampista). Desde ese momento se convirtió en el director de una orquesta con composiciones propias, de un equipo en el que cada instrumentista seguía su partitura sin desafinar lo más mínimo. Aragón era el planeta sobre el que orbitaban el resto de las estrellas en el cielo del Viejo Oeste, de la tierra prometida que es el Real Zaragoza.

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